Tribuna
La verdad no necesita mártires
Ex senador i ex diputado
No quisiera entrar en la típica y aburrida, batalla de cifras sobre cuantos asistieron o no asistieron a la multitudinaria manifestación del pasado domingo en Madrid. Antes de pasar página y adentrarnos en el siguiente vericueto político, sólo dejar constancia que aquellos que fueron el domingo a Colón pedían una España unida y exigían elecciones generales.
La exigencia no es baladí, ya que se le hacía a la misma persona, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, que llegó a la Moncloa cabalgando una moción de censura que venía con unas elecciones bajo el brazo, pero será la Moncloa, o el sillón, que donde dije digo, digo Diego y donde prometió elecciones ahora no se acuerda, el presidente, por alargar su estancia en las mieles del poder, aunque sea por unos meses.
Y sobre la unidad de España, quisiera recordar, también, aquella frase tan nuestra, tan catalana, que dice aquello de «qui té el cul llogat, no seu quan vol». Y como Sánchez lo tiene todo alquilado pues ha tenido que hacer muchas, pero muchas, filigranas para alargar unos minutitos más su estancia en la presidencia.
Cito unas cuántas: pleitesía «diplomática» en el palacio de Pedralbes a Quim Torra y sus 21 puntos; guerra de flores, amarillas, contra un conjunto floral rojigualdo que fue el que se acabó imponiendo, y otras muchas; pero ahora, me permitirán que me detenga un momento en lo de los 21 puntos porque no son un asunto menor precisamente.
Después de la cumbre entre dos gobiernos, como si de un encuentro internacional se tratase, supimos, y no por la presidencia del Gobierno de la Nación, que la reunión Torra-Sánchez no fue diplomática, precisamente. Más bien se trató de un encuentro en el que los independentistas le recordaron el precio de sus votos y que si le apetecía seguir disfrutando del Falcon, que era hora de pasar por caja si quería tener presupuestos y una campaña electoral pagada por todos nosotros.
Al final, como decía, no fue el Gobierno de España el que hizo públicos los 21 puntos, si no el de la Generalitat y con gran malestar para muchos vimos como Pedro Sánchez aceptaba negociar sobre un mediador internacional, disimulado bajo el romántico nombre de «relator», y otras cesiones que han causado un profundo descontento en la sociedad española, incluidos veteranos políticos socialistas como Felipe González, Alfonso Guerra y Josep Borrell.
Los que apuestan por una España unida, por acabar con el cansancio extremo de un presidente que su único afán es permanecer en la presidencia del gobierno, no han dudado en salir a la calle; en llenar las calles de Madrid con un único símbolo la bandera española, para gritar bien alto basta ya!! queremos elecciones generales».
Y han sido no tan sólo aquellos ciudadanos que se sienten de derechas, sino también muchos de izquierdas, en especial socialistas que se sienten también españoles, ante un gobierno que se presta al chantaje de los independentistas.
Ante esta respuesta multitudinaria en la calle, Pedro Sánchez se encuentra afligido, dolido, traicionado porque dice que, cuando él estaba en el gobierno colaboró con la unidad de España y ahora que esta en el poder no percibe el mismo apoyo de la oposición. No se da cuenta que son dos cuestiones muy bien diferentes, una la unidad de España y la otra, la suya, la división de España. Por último, un mensaje con sabor literario catalán al presidente del Gobierno: señor Pedro Sánchez, muchas veces es necesario y forzoso que un hombre se sacrifique por un pueblo, pero no todo un pueblo por un solo hombre.