Tribuna
El sur también existe
Senador del PSC per Tarragona
Esta semana viene marcada por el grave accidente químico que nos golpeó el martes y que ha sacudido al conjunto de la sociedad tarraconense, necesariamente mis primeras palabras son de sincero pésame a las familias y amigos de las personas fallecidas, así como de un pronto deseo de recuperación para los heridos. Seguimos con mucho interés su evolución. En segundo lugar, creo que también es de justicia agradecer públicamente el gran trabajo de todos los profesionales de los servicios de emergencia que han dado, una vez más, lo mejor de si mismos reaccionando con rapidez para hacer frente a una situación realmente dramática. Y creo que es justo también resaltar la intensa y dedicada actividad de los profesionales de los medios comunicación informando a la ciudadanía. Una vez más la profesionalidad y la gran calidad humana de muchas de estas personas compensan los déficits en inversiones y las omisiones de aquellos que están obligados a velar por el interés público.
Dicho esto, y sin querer hacer demagogia o oportunismo, porque los socialistas somos un partido sensato y de gobierno, creo necesario hacer varias reflexiones. La primera es obvia, y la comparten muchos tarraconenses a pie de calle: la comunicación y la gestión de la emergencia en las horas posteriores al accidente no estuvieron a la altura mínima exigible. Es sencillamente inexplicable para muchos ciudadanos que las sirenas habilitadas a tal efecto no sonaran alertando de la situación. La aplicación de los protocolos de actuación mostró serias lagunas, por decirlo suavemente y con la máxima prudencia. No decimos todo esto para señalar con el dedo y buscar «culpables» a los que estigmatizar, sino para encontrar soluciones, mejorar los mecanismos de reacción y evitar que situaciones tan graves vuelvan a ocurrir. Algunos, directa o indirectamente, aprovechan para poco menos que a pedir la erradicación de la industria química de nuestras comarcas, confundiendo las cosas: supone un error estratégico colosal. La industria química genera más de 10.000 puestos de trabajo en Tarragona y su conurbación y es uno de los motores económicos de nuestro territorio. Ahora bien, hay que exigir las máximas condiciones de seguridad, en inversiones y tecnología, en control, en transparencia, en información y en especial garantizando empleos de calidad, con formación permanente y en condiciones dignas. Industria y seguridad no son antónimos, al contrario, han de ir de la mano, y especial cuando hablamos de química. Por ello, el grupo del PSC en el Parlament ha pedido la comparecencia urgente de los consellers de Interior y de Territori para nos expliquen que es lo que ha sucedido exactamente y si se actuó correctamente ante la emergencia generada por la explosión. Así mismo los socialistas defendemos la creación de un sistema de alertas masivas a los tarraconenses ante accidentes de esta magnitud. En nuestra opinión, tal como avanzó el diputado Carles Castillo, se debe implementar un sistema de aviso por mensaje de texto en los teléfonos y dispositivos móviles con tecnología LTE que permite enviar una alerta a cualquier persona en una zona geográfica determinada.
Lo que si queremos volver a denunciar, en voz alta y con contundencia, los socialistas es el olvido sistemático que sufrimos los ciudadanos de las comarcas de Tarragona por parte del Govern de la Generalitat de Junts per Catalunya y ERC y sus socios de la CUP durante estos últimos años. Las inversiones directas del Govern del señor Torra en la demarcación han bajado hasta extremos sin precedentes situándonos (¿con que criterio? ¿Con que legitimidad?) en la cola inversora en el conjunto del país. De hecho, tenemos a la Generalitat más preocupada en poner y sacar pancartas que en gobernar pensando en el bienestar de los catalanes a pie de calle, y a un president más interesado en escribir cartas al presidente de Kosovo que en asumir sus responsabilidades institucionales.
Y esto es lo que debe de cambiar. Tarragona no merece este desprecio. Los tarraconenses no somos más catalanes que los demás, pero tampoco somos ciudadanos de segunda en nuestro país. El sur también existe. Existe y merece recibir, como mínimo, las inversiones que requiere por el peso de su economía y la población que representa.