Tribuna
Queremos una sola Catalunya, no dos
Senador del PSC per Tarragona
Al final el tiempo pone a cada uno en su lugar. Es lo que pensé ayer al ver las imágenes de la constitución de la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat. Después de años de astucias, de «planes secretos» de 18 meses (que acabaron en fracaso), de «jugades mestre» salidas de la imaginación del señor Puigdemont, etc, según los independentistas, y de reducirlo todo a un mero problema de orden público que se soluciona únicamente con la acción de la justicia y de las fuerzas de seguridad, según el frente único de la derecha y de la extrema derecha, vemos que la única receta política que funciona es la que ha defendido siempre el PSC: diálogo político desde el respecto a la legalidad democrática, la Constitución y el Estatut.
¿Será fácil llegar a un acuerdo? ¿Será rápido? En absoluto porque venimos, como muy bien dice el presidente Pedro Sánchez, de una década desastrosa en la que la irresponsabilidad de unos y la intransigencia de los otros nos ha llevado a la situación lamentable por todos conocida pero ahora estamos ya en un período nuevo, en el que el diálogo y la negociación han de culminar en un acuerdo que nos permita recuperar el tiempo perdido y volver a situarnos en la senda del progreso, tanto en Cataluña como en el conjunto de España. Y digo que no será fácil porque todos sabemos muy bien que los obstáculos son numerosos y que muchos (ir)responsables políticos, tanto en Barcelona como en Madrid como en Waterloo, van a poner todas las trabas posibles para hacer descarrilar la vía del diálogo. Lo sabemos sí, pero también sabemos que la gran mayoría del pueblo catalán, como el conjunto de la ciudadanía española, apuesta por recorrer el camino de la negociación después de constatar cuales han sido los resultados desastrosos tanto de la unilateralidad independentista como de la intransigencia de la derecha extrema.
Es especialmente lamentable ver al PP subido al carro argumental de Vox y recuperando a los exponentes de su ala más dura como al nuevo candidato a lehendakari impuesto por el señor Casado que en su primera comparecencia pública acusó al gobierno constitucional de España de ser «el frente fasciocomunista que gobierna actualmente el país» en alianza con «batasunos y sediciosos» (¡tremendo! ¡Supera esto Abascal!). Eso sí, después de lanzar esta diatriba apocalíptica el mismo señor abrió la puerta a sumar, nuevamente, con Vox: «Van a estar muy cómodos con Carlos Iturgaiz». Este es el verdadero rostro político del PP del señor Casado, no lo olvidemos ni por un instante.
Y no podemos tampoco dejar de recordar tanto al señor Torra como a los líderes independentistas que la sociedad catalana, como la española, es plural y rica en colores y matices. En ese sentido el peor error –colosal– que ha cometido el independentismo es reducir el concepto de poble de Catalunya tan solo a los independentistas dejando así al margen a más de la mitad de ese poble de Catalunya que en todas las elecciones (antes, durante y después del procés) ni vota a los partidos independentistas, ni sigue sus postulados. Por tanto, para los socialistas lo primero que deberá hacer el nuevo Govern de la Generalitat que salga de las urnas, que queremos que esté liderado por Miquel Iceta, será recuperar también el dialogo entre catalanes de forma que podamos asumir los consensos que teníamos y que han escrito las mejores páginas de nuestra historia. Y solo lo podremos hacer, como queda demostrado ahora, desde el respecto a la ley y a la voluntad popular expresada en las urnas (con las mayorías cualificadas fijadas por la Constitución y el Estatut), con el instrumento del diálogo y preservando la convivencia que nunca tiene que ser puesta en peligro.
Y lo haremos extendiendo la mano a los que no opinan como nosotros y con respecto porque los socialistas sabemos muy bien que solo recuperando los consensos y superando la fractura interna que el proceso independentista ha generado podremos volver a situarnos en dinámicas de progreso y de mejora de la vida real, a pie de calle, de los catalanes y catalanas.
Queremos una sola Cataluña, de todos y para todos, y no dos Cataluñas que se den la espalda mutuamente. Catalunya som tots, Catalunya somos todos. Y esta divisa del president Tarradellas es la que el PSC quiere llevar al Palau de la Generalitat cuando se convoquen las elecciones.