Tribuna
El despertar de la derecha
A nadie se le escapa que, en estos días, los que se asomaban a los balcones o ventanas han empezado a bajar a las calles. Cada día que pasa son más lo que se unen a estas manifestaciones que, como si de un ciclón se tratase, enarbolan la bandera constitucional española, a los gritos de «¡Basta ya!»; «¡Libertad!» y «¡Dimisión!».
Algunos podrían pensar que son movilizaciones propias de la izquierda, quizás sí el estilo de hacerlas, pero no las personas que forman parte de éstas. Un ejemplo de lo que digo es el nerviosismo que se ha instalado en la izquierda cuando han visto que les copiaban las pócimas del «jarabe de palo». La respuesta de la izquierda al miedo a probar su propia receta ha sido lanzar todo tipo de improperios, decir que los que se manifiestan son gente de bien, ricos, neonazis, Cayetanos, o que golpean la cacerola con la cubertería de plata o se manifiestan con palos de golf.
¿Pero quiénes son las personas que desde hace poco tiempo transitan por las calles protestando por la gestión de un gobierno social comunista? Mi opinión es que se trata de esa derecha que lleva muchos años acomplejada y que ha decido salir de su reclusión para decir lo que piensa. La derecha que la izquierda acusa de injusta, trasnochada, irracional. La derecha que le acusan de ir contra el régimen mediático de la izquierda, régimen que derrocha bondad, sensatez, justicia y libertad. Ese es el poder de la izquierda, y sus mandarines mediáticos, que permite estar tranquilos a los ciudadanos y llevar al rincón de pensar a una derecha que sufre, porque ve como se atentan contra sus libertades. Estamos ante actitudes, postulados, extremistas, dignos de personajes como Trump, cercanos al populismo autoritario.
No se han dado cuenta que la derecha no es una idea de adoctrinamiento político, es una manera de vivir, representada en su gran mayoría por una clase media social, que ha tardado años en asentarse y que no se debe a herencias del pasado, tampoco a privilegios de apellidos o fortunas, sino al trabajo y esfuerzo de prosperar para llevar una vida digna y confortable. Es esa derecha que durante muchos años ha permanecido en el silencio, en el anonimato, acomplejada ante una izquierda que la margina y diaboliza. Es esa derecha que apostó firmemente en su día por la democracia, libertades y Europa. La misma que obtiene algunas veces la mitad de los votos en una contienda electoral o cuando no, gana las elecciones. ¿Pero cuáles han sido los motivos que la han llevado a despertar y decir hasta aquí hemos llegado? La respuesta es que ha sido esa coalición de comunistas, socialistas, independentistas y proterroristas, los que votaron a favor de la formación de gobierno, pero luego miran hacia otro lado cuando se tiene que votar las prorrogas del Estado de Alarma. Ahora vuelven a la carga, culpando de responsabilidades insolidarias a la derecha. Lo hacen aquellos que han ido en contra de esos valores que define esa clase media, los mismos que se están dando cuenta que las palabras pueden convencer, pero que los ejemplos arrastran, los que no han entendido que la mujer del Cesar no tan solo debe ser honrada, sino también parecerlo. La torpeza de la izquierda, fruto de una prepotencia incontrolable, ha sido el motivo del despertar de esa derecha que, según parece, desea permanecer despierta.