Diari Més

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Todo empezó según la Organización Mundial de Salud (OMS) el 8 de diciembre de 2019, cuando se confirmo el primer caso de COVID-19, aunque otras informaciones por médicos del Hospital Jinyintan de Wuhan, que trataron algunos de los primeros pacientes, establecen que la primera infección se sitúa en el día 1 de Diciembre de 2019. Todavía el 11 de enero las autoridades sanitarias de Wuhan afirmaban que los casos de infecciones eran de 41, cuando esa cifra se había superado a mediados de diciembre. Lo que era una situación preocupante en China, desde España lo percibíamos desde la distancia de otro continente, como si con nosotros nada tuviera que ver y muchos menos que un día llegaría para instalarse cruelmente en nuestras vidas, teniendo en cuenta las advertencias de la OMS que, el 30 de enero de 2020 declara que el brote COVID-19 constituye una emergencia de salud pública de preocupación internacional, como también lo hizo la Unión Europea (UE) a sus estados miembros el 13 de febrero. Es en España el 31 de enero es cuando se conoce el primer caso de infección en la Gomera, nueve días después se detecto otro caso de coronavirus esta vez en Palma, pero no fue hasta el 24 de febrero que el virus se desplaza a la península, aumentando considerablemente en fallecidos y contagiaos, pero no es hasta el 14 de marzo que el gobierno de Pedro Sánchez declara el Estado de Alarma en toda España.

Hoy día 21 de junio se levanta el estado de alarma, han pasado tres meses y 6 días desde su declaración, es decir 98 días. En estos días de confinamiento interminable, que nunca se veía el final, la esperanza era lo que cada día nos hacia avanzar, tiempo que se ha cobrado la vida de 28.315 personas con sus nombre y apellidos, 1.179 más registrados en las dos últimas semanas, según los datos oficiales del gobierno de España, mientras otras fuentes hablan de 41.806 los fallecidos, dependiendo de la forma de recuento, esperamos que algún un día podamos conocer la realidad. El grupo que mas cruelmente ha sido castigado han sido nuestros mayores, cerca de 19.000 según algunos datos, porque también en este caso las cifras son confusas dependiendo de los interesados, la triste realidad es que algunas residencias acabaron convirtiéndose en casas del terror, también es de justicia reconocer que otras fueron gestionadas de una forma extraordinaria, donde desde el aislamiento y la interioridad fueron capaces de enfrentarse y vencer el maldito virus. Los héroes en esta gestión han sido los propios sanitarios, aunque ellos no lo quieran reconocer, han ganado la batalla que se habían marcado, doblar la curva de contagio y lo han conseguido, careciendo de las armas más mínimas para poder luchar, sin mascarillas, epis, guantes, calzado, ni tan siquiera un simple test para conocer su grado de riesgo, ha sido una lucha de cuerpo a cuerpo, que se ha ganado gracias a una autentica vocación profesional. Fueron ellos mismos los que ante el anuncio del gobierno de salir todos los días a los balcones o ventanas a aplaudir el trabajo de los sanitarios, pidieron que los aplausos se convirtieran en una muestra reivindicativa para exigir más recursos sanitarios.

Al sector sanitario se debe sumar el trabajo de todas las fuerzas de seguridad que han facilitado el cumplimiento de la normativa con una atención personalizada a sus vecinos, donde no ha faltado las felicidades al cumpleaños de los mas pequeños o a las personas mas vulnerables, A ese ejército de voluntarios que desde el altruismo se han entregado en la ayuda, colaboración y acompañamiento de las personas mas necesitadas, sin olvidar la solidaridad de la ciudadanía que han dado todo lo mejor de ellos mismos para superar el confinamiento, así y todo teniendo en contra las dificultades de las improvisaciones y confusas instrucciones que les iban llegando. De la administraciones publicas, resaltar la municipal, ellos han sido la infantería en las trincheras de la gestión política. Si alguien ha notado algún tipo de terminología militar, las he utilizado en la línea de guerra contra el virus que definió el presidente Sánchez.

No pretendo ser pesimista, pero el levantamiento del estado de alarma, no significa que todo este ganado, cabe esperar que no ocurra, que una libre circulación por el territorio, sin unos test masivos a la población, puedan ocasionar un nuevo rebrote de la pandemia y que solo puede evitarse por la propia responsabilidad que la mayoría de ciudadanos en esta pandemia ya han demostrado, que no por las facilidades que se les hayan brindado. Ahora empieza la ardua tarea de una recuperación tanto en lo económico como el lo social, no va a ser nada fácil, pero tampoco imposible.

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