Tribuna
A machamartillo
Consultor d’assumptes públics
Hay que procurar huir de fanatismos. Ya sean de izquierdas, de derechas o mediopensionistas. No necesitamos más confrontación ni políticos lenguaraces que solo están dispuestos a decir que no al contrario, per se o a construir desde la nada mociones de censura insignificantes y efervescentes; léase la de Podemos contra Rajoy o la anunciada –en diferido– por Vox contra Pedro Sánchez el próximo mes de septiembre, no vaya a ser que nos despojemos de las chancletas durante el agosto playero.
Lo que se lleva ahora es decir una cosa y la contraria, sin importar siquiera la coherencia que todo partido y dirigente político debe tener en cuenta. Nos enfrentamos a una hipérbole constante de lo contrario, un seguidismo sin medida del viejo dicho de «ves la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio» cuando, precisamente, el ciudadano medio lo que más valora en este escenario tan polarizado es el discurso claro y cristalino, sin moverse del sitio independientemente de lo que digan los demás.
Podemos, por ejemplo, es capaz de –con la ayuda inestimable del Partido Sanchista Obrero Español, otrora PSOE– exiliar al artífice de la transición y actor principal de la democracia española, el Rey Juan Carlos I, mientras que los tribunales, aquellos que ensalzaban cuando destapaban el lodazal de corrupción del PP, ahora se sumergen en las ciénagas de las cloacas de la formación morada, imputando e investigando a la cúpula dirigente del partido. Ver para creer.
La dosis de vergüenza ajena que la democracia está suministrando a Podemos no está valorada en euros, pues está poniendo ante el espejo aquello que criticaba con firmeza, con convicción y desde una posición sencilla al no tener historia política ni pasado de ningún tipo.
Se equivocaría el Partido Popular en alzar más la voz de lo debido contra los partidos del Gobierno, puesto que ellos solos se van a ir desgastando por la gestión económica y por el cerco judicial contra Podemos, pero, sin duda, será uno de los flancos de ataque al comienzo del nuevo curso político.
La previsión es que la aplastante victoria del Feijóo gallego consume la estrategia de giro al centro, tan demandada por barones territoriales como el propio presidente gallego como por el denostado Alfonso Alonso, Juanma Moreno o Fernández Mañueco y que tantas dudas ha suscitado en el jefe de filas popular. La llegada a La Moncloa, que tarde o temprano se producirá, pasa por la moderación, por perfiles de gestión y eso conllevará cambios en la portavocía del grupo en el hemiciclo, según apuntan diversos medios de comunicación.
La razón estriba, principalmente, en que una vuelta a los orígenes en el escenario post covid es la mejor posición para afrontar una crisis económica y laboral incipiente donde los partidos necesitan volver a posicionarse en una legislatura relativamente larga.
Algunos, sin embargo, siguen enrocados a machamartillo en sus posiciones ideológicas, en sus argumentarios fútiles y demagogos e inamovibles y el tiempo determinará las consecuencias de ellos que auguro no serán muy positivas para sus intereses.