Tribuna
Una nueva orientación
Membre de la Junta de La Unió i expresident de la FAVT
De un tiempo a esta parte vemos que el movimiento vecinal de Tarragona ha entrado en una crisis de identidad que lo está arrastrando a pasar casi desapercibido. La burocracia estructural que las administraciones públicas, (ayuntamiento), les imponen a las asociaciones para optar a las subvenciones, así como las dificultades para comunicarse en solucionar los problemas que les afectan, limitan sus funciones y las apartan de aquellas que en otros tiempos fueron los principales objetivos para mejorar la calidad de vida de los vecinos y vecinas de las zonas donde están instauradas.
Dadas las nuevas formas en que la sociedad avanza, vemos que el movimiento vecinal debe tener más protagonismo en lo que afecta a las personas, debe estar más presente en los foros de decisión y tener una estructura de servicios que posibilite la defensa de los derechos de los ciudadanos y ciudadanas como consumidores y usuarios, así como las comunidades donde residen, protegiendo las zonas donde estén las asociaciones.
Hay que salir de la apatía y limitación a la que el movimiento vecinal se ve abocado, recuperar el protagonismo del liderazgo de lo que le afecta a la sociedad, tratar de ponerse delante en los problemas y no como ahora está pasando, que son partidos políticos los que encabezan las reivindicaciones sobre la seguridad, sanidad y otros propios del movimiento vecinal.
Recuerdo cuando en el 1998, el desgraciado accidente de autobús urbano en la línea de la Móra, en el que murieron varias personas y el movimiento vecinal de Tarragona se colocó en el liderazgo de una reivindicación que duró año y medio y que terminó, consiguiendo que la AP7 fuese gratuita entra Salou y Torredembarra.
La FAVT encabezaba la plataforma que agrupaba entidades entre Cambrils y el Vendrell, organizando manifestaciones y cortes de carreteras y autopistas todos los domingos durante años y medio, ahora ni siquiera somos capaces de encabezar una campaña para luchar por la sanidad pública de nuestros barrios y tenemos que dejar que lo hagan los partidos políticos que gobiernan en el a0yuntamiento de Tarragona.
El movimiento vecinal debe tener una nueva orientación, debe ser más autosuficiente, depender menos de las administraciones públicas, dotarse de un abanico de servicios que permitan mejor calidad a menor coste, así como unificar su acción para ser más fuertes.
No es comprensible que en una ciudad de 135.000 habitantes haya más de 65 asociaciones de vecinos y tres federaciones que tratan de agruparlas, aún sin conseguirlo, ya que aproximadamente el 30% de ellas no están federadas en ninguna de las tres federaciones.
Tarragona necesita unificar al movimiento vecinal territorialmente, tratando que solo haya una asociación por barrio y todas juntas bajo una sola federación, clarificar la acción de las asociaciones de vecinos con un código ético que las diferencien de las comisiones de fiestas y les marque unas acciones, que serán de obligado cumplimiento para poder estar en foro principal del movimiento vecinal.
Una nueva orientación que nos haga más fuertes, más independientes y podamos decidir en beneficio de nuestros vecinos y vecinas.