Diari Més

Creat:

Actualitzat:

Hace bastante tiempo que el pueblo cubano ocupa las calles de la isla para reclamar libertad, que se acabe de una vez el régimen dictatorial comunista. Su maquinaria de represión con los disidentes nunca ha enmudecido las voces que reclaman libertad. Son más de sesenta años de represión política, de miseria y pobreza, de resistencia a un régimen autoritario, ante la tibieza de lideres internacionales, como es el caso del presidente del Gobierno Español Pedro Sánchez, incapaz de reconocer que Cuba es una dictadura, claro, esta, no sea que sus compañeros comunistas de viaje de Podemos, entusiastas acérrimos de gobiernos totalitarios como Cuba o Venezuela, se le puedan mosquear y dejarle en minoría en su presidencia del gobierno.

En 1959 Fidel Castro asume el poder de Cuba y pone en marcha un nuevo régimen político y económico. Instaura un totalitarismo político, económico, social y cultural que convierte la isla en una autentica prisión. Ese es el motivo por el cual unos dos millones de cubanos abandonaron la isla en la clandestinidad. La persecución de los disidentes ha sido una constante, reprimiendo las libertades como, por ejemplo, el envío a campos de concentración de personas pertenecientes al colectivo LGTBI. Nacionalizando la economía, expropiando negocios y propiedades de compañías extranjeras, este es el motivo del bloqueo de EE. UU. prohibiendo a sus empresas el hacer negocios con el régimen.

Cómo se ha podido mantener una situación económica que tan solo ha producido escasez, indigencia, pobreza y miseria? En los primeros años del régimen, fue la Unión Soviética quien dispensó ayuda al castrismo, ayuda que, una vez finalizada la Guerra Fría y caída del Muro de Berlín, dejó de prestarse. Tampoco duró mucho tiempo el proteccionismo de Venezuela porque el chavismo, con su pésima gestión económica, se encargó muy pronto de dilapidar sus enormes recursos petrolíferos. El intento de Cuba centrarse en el sector turístico tampoco ha sido una salida para su grave situación económica.

Es el propio régimen cubano que reconoce su ruinosa economía. Si nos acogemos a los datos oficiales, el salario mínimo de referencia es de unos noventa dólares, teniendo en cuenta que una gran parte proviene de trabajos no declarados. Otros ingresos proceden de familiares en el extranjero que no controla el régimen totalitario. A todo ello se debe sumar el impacto que ha conllevado la pandemia de la covid-19, no tan solo en la ya más que delicada economía de Cuba, sino también en una ya maltrecha asistencia sanitaria.

En el mes de julio pasado, se han conocido en todo el país manifestaciones históricas, reclamando libertades, alimentos, medicinas y una respuesta necesaria ante la pandemia al gobierno cubano. Han sido miles los cubanos que han salido a las calles al grito de «libertad o patria y vida», expresión esta última en contestación al viejo eslogan del régimen de «patria o muerte».

Ante estos hechos, no dudó el presidente Díaz-Canel a instar a los camaradas del gobierno y fuerzas de seguridad, mejor dicho de represión, que contestaran con toda contundencia, incluida la violencia si era necesario, a los cubanos que pacíficamente de manifestaban, todo ello con una interrupción de internet y bloqueos a redes sociales no afines al régimen. Cientos de personas detenidas, sin saber sus familiares sus paraderos, como ha sido el caso de Camila Acosta, corresponsal del medio de comunicación español ABC. Mientras las autoridades indicaban que había muerto un manifestante, son varios los periodistas independientes que denuncian más casos.

Durante sesenta años el régimen cubano ha optado por reprimir a su pueblo, pero debe empezar a darse cuenta que algo está cambiando y es que sus ciudadanos están perdiendo el miedo. Todo esto me recuerda a la letra de una canción que viene a decir: «El miedo no nos libra del peligro, el miedo no nos deja vivir, ser libre es vivir como uno se siente». «Patria y vida» es el camino para conseguir la democracia, el progreso y la paz, con la valiosísima ayuda internacional, de aquellos gobiernos que defienden de verdad los derechos humanos.

tracking