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La huelga del transporte en el cajón de los olvidos

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Estamos acostumbrados que muchos de los conflictos sociales, con una notable repercusión pública, con el tiempo se van guardando en el cajón de los olvidos, sin saber si los mismos han llegado a una solución satisfactoria, en concreto a lo que hace referencia a las partes más afectadas. Entre los más recientes que hemos conocido, ha sido la huelga de los transportistas. El pasado mes de diciembre de 2021, se había convocado un paro indefinido del transporte, que finalizó con un acuerdo del Gobierno con las asociaciones del sector, la chapuza del acuerdo, como así calificaron los sindicatos, ocasionó que tres meses después, se convocara nuevamente otra huelga general del transporte.

El 14 marzo de 2022, se inicia una huelga indefinida del transporte, convocada por la Plataforma de Defensa del Sector del Transporte de Mercancías por Carretera, tanto nacional como internacional, dirigida a todo tipo de transporte y de toda clase de ámbito. Es bueno recordar que dicha plataforma, concentra aproximadamente el 90% del transporte por carretera, principalmente autónomos del sector.

El desencadenante de la huelga fue el incremento del combustible en un 20%, que comienza con la invasión rusa a Ucrania, aunque este hecho no es la única causa de la convocatoria de la misma. La principal reivindicación es la prohibición, sin posibilidad de pacto en contra, de la contratación de los servicios de transporte por debajo de los costes de explotación, no se puede entender que un servicio de transporte tenga como finalidad causar perdidas al transportista, este es el motivo más destacable, por el cual el sector se encuentra a fecha de hoy, en una auténtica y preocupante quiebra.

Otras reivindicaciones pasan desde la jubilación a los 60 años, por considerar es una profesión de riesgo; un convenio sectorial estatal, evitando la competencia desleal de camioneros del Este de Europa; un compromiso de la Inspección de Transporte para dar cumplimiento a la limitación de cabotaje. Una de las reivindicaciones importantes para las pymes y autónomos, es el control y seguimiento de las cooperativas de transporte, que algunas grandes empresas utilizan para reconvertir a sus conductores en falsos autónomos, también la prohibición por ley de la carga y descarga por parte de los conductores asalariados y autónomos, así como el tiempo máximo de espera.

El presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, era consciente que la huelga no duraría demasiado tiempo, la situación de supervivencia del sector, en especial pymes y autónomos del transporte, no podrían aguantar una larga resistencia en el paro. Teniendo en cuenta que, aproximadamente el gasto diario de un camión en funcionamiento es de unos 350 euros (seguro vehículo, pagos autónomos, IVA, neumáticos, mantenimiento, combustible, financiación), mientras sus ingresos diarios son de aproximadamente de 420 euros. La diferencia de los 70 euros, significan unos ingresos mensuales de 1.400 euros, es decir, una cantidad de supervivencia y cuando no, de una auténtica miseria, incapaz de responder a cualquier imprevisto, como podría ser el más común, una reparación del vehículo.

La vía más fácil de negociación para Pedro Sánchez era, sin duda alguna, la negociación con la patronal del transporte, es decir, con la Confederación Española de Transportes de Mercancías (CETM), dejando fuera al verdadero actor de la convocatoria de la huelga, me refiero a la Plataforma, que aglutina los verdaderos afectados por la crisis del transporte, la mayoría de ellos sentados en las cabinas de sus camiones haciendo kilómetros, mientras otros observando la crisis en confortables despachos. La Plataforma es consciente que el acuerdo llegado entre el gobierno y la patronal del transporte, 500 millones de euros en ayudas, reducción del precio del carburante, devolución mensual del combustible, no es la mejor solución definitiva para la crisis del sector, motivo este, que en aquel momento les hace mantenerse firmes en la huelga.

Antes comentaba que Pedro Sánchez, sabía muy bien, que los transportistas de la Plataforma no aguantarían mucho tiempo en la huelga, la situación precaria de la económica, así como, las posibles represalias, les obligarían a abandonar la huelga. Lo pronosticado se hace realidad y después de 20 días de huelga, concretamente el día 2 de abril de 2022, la asamblea de la Plataforma, por unanimidad, acuerda suspender de forma temporal los paros que mantenía y lo justifica como responsabilidad, con la amenaza que de no cumplirse los acuerdos pactados, volverán a parar los motores de sus camiones en la carretera y hacer sonar las bocinas como protesta.

Hasta aquí, como acostumbraba a decir el presidente Mariano Rajoy: «Fin de la cita», queda el asunto guardado en el cajón de los olvidos, sin saber las consecuencias que todo este conflicto ha llevado a los transportistas, algunos aparcando definitivamente sus camiones y los que no, cargando cada día con sus viajes, más y más perdidas a sus ya débiles economías. De momento, donde Pedro Sánchez dijo: «Digo», hoy parece ser que quiso decir: «Diego».

Ahora lo que toca, ocupa y distrae todo el tiempo, es el debate del espionaje conocido como el Catalangate o bien, el Festival de Eurovisión, por cierto, merecido el triunfo político de Ucrania y sin duda alguna el artístico de España.

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