Diari Més

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Las formaciones políticas han iniciado el curso político, la mayoría de ellas con actos mediáticos, donde dan a conocer a los ciudadanos cuáles son sus asignaturas más relevantes y cuál será el plan de actuación para sacar unos buenos resultados. Lástima que estos acontecimientos de inicio de actividad política no fueran acompañados de otros de fin curso, para así poder conocer los aprobados y cómo no, los suspensos que, deberían recuperar las asignaturas pendientes o repetir curso, pero bueno, si en la enseñanza los suspensos no son motivo de repetición, mucho menos lo son en política, concretamente para aquellas formaciones que no apuestan por el trabajo, sacrificio y superación, aunque siempre nos queda el consuelo del tribunal electoral, al final es el que emite su veredicto. Sin duda alguna, este curso político no es de aquellos que no contemplan unas elecciones electorales, los mismos cursos que van a remolque de las improvisaciones que puedan surgir y que, muchas veces sirven como justificación de la no ejecución de los propios proyectos políticos, en especial aquellos con responsabilidades de gobierno. Pues bien, este curso político 2022/23 cuenta con dos acontecimientos electorales, el más cercano, las próximas elecciones municipales, en mayo del año que viene, pero con el telón de fondo de elecciones generales a finales del próximo año 2023, que no creo en la sensatez política de Pedro Sánchez de anticiparlas, con todo lo que está cayendo. Por lo tanto, nos espera un curso político bastante movido, con una situación económica gravemente preocupante, algo tendrá que ver el covid o la guerra de Ucrania, pero no pueden convertirse en la excusa de todos los males y de un deficiente gobierno.

Las elecciones municipales se convertirán en la salida de las próximas elecciones generales, por ese motivo, todas las formaciones políticas que puedan tener representación en Cortes Generales no se quedaran con los brazos cruzados, son conscientes que del resultado de las mismas, dependerá las generales. Ese es el motivo, por el cual habrá un importante desplazamiento de dirigentes políticos nacionales en el territorio, así como de recursos para hacer frente a las campañas municipales, con el único fin de obtener los mejores resultados en alcaldías y concejales, claro está, en los municipios donde se han podido presentar listas electorales, que dependiendo del lugar geográfico no es tarea nada fácil.

En este menester, el PP tendrá que implicarse de una forma muy especial en Cataluña y País Vasco, si es que quiere debatirse territorialmente el gobierno de España, en dichos territorios los populares sufren una preocupante inferioridad en concejales y alcaldes, en relación con sus rivales, los socialistas. Sirva como ejemplo Cataluña, el PSC-PSOE cuenta con 87 alcaldes y 1.315 concejales, mientras que el PPC tiene 1 alcalde y 67 concejales, de los 947 alcaldes y 9.077 concejales que tiene Cataluña, los números son tozudos en cuanto reflejan una realidad. Los populares catalanes deben aprovechar la oportunidad que le ofrece ser actualmente la única alternativa real al separatismo y convertirse en el único partido constitucionalista, después que un PSC-PSOE ganara unas elecciones en Cataluña, prometiendo una alternativa al independentismo, para más tarde aliarse al mismo, para así, garantizar el gobierno de Pedro Sánchez, como con toda nitidez de discurso, hizo mención Alejandro Fernández, en el inicio del curso político del PPC en el municipio de Sitges.

Es cierto que en todas las encuestas publicadas, el PP es la formación política que más diputados se le asignan en unas próximas elecciones generales, pero no los suficientes, para no tener que depender de ningún partido político, por ese motivo la mayoría debe ser lo suficientemente holgada y cuando no, absoluta, para llevar a la práctica su proyecto político, sin tener que depender de concesiones populistas de otras formaciones políticas.

Para un buen éxito electoral en las elecciones generales, aparte de contar con un buen resultado en las elecciones municipales, como del voto propio fruto de una adecuada oposición e ilusionante programa electoral, jugará también, un papel no menos importante, el voto útil, es decir, aquel que es capaz de consolidar un proyecto de futuro en la práctica, sin caer en la dispersión de un voto pasional que al final, no ayuda en una gobernabilidad estable.

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