Tribuna
Carta abierta a «la gente de bien»
Diputat del PSC per Tarragona
«Queremos, en definitiva, una República federal para España que reconozca el derecho a la independencia de las nacionalidades históricas que integran el Estado, con una economía socializada y con el derecho al divorcio y al aborto aprobados por los Cortes democráticas constituyentes.» Son palabras textuales del señor Ramón Tamames Gómez, candidato de Vox a la presidencia del Gobierno. Sí, amigos y amigas, habéis leído bien: candidato de Vox a la presidencia del Gobierno de España. Palabras del candidato de Vox… de cuando formaba parte de la dirección del Partido Comunista de España, a finales de los años 70. Por tanto, la primera aportación de la moción de censura de la extrema derecha es presentar como candidato a la presidencia a un señor que, durante una buena parte de su vida política, ha defendido una República federal, la independencia de una parte del territorio nacional, el avance del feminismo y de los derechos de las mujeres y el establecimiento en España de una economía socializada según el modelo soviético. ¡Qué cosas, sí!
Es evidente que el señor Tamames ha cambiado radicalmente su antigua forma de pensar. Es evidente que al aceptar ser el candidato de un partido de exhibe el franquismo como «un período de progreso en la historia de España» y que canta-baila en sus concentraciones una canción que lleva por título Vamos a volver al 36 (para la gente más joven: 1936, inicio de la Guerra Civil que conllevó medio millón de muertos y el establecimiento de una dictadura fascistoide que aplastó las libertades democráticas durante 40 años), el señor Tamames habrá adjurado de los ideales que tuvo otrora. Es evidente también que, si ha leído ni que sea someramente el programa de Vox, debe tener la conciencia lacerada por haber apoyado en el pasado medidas que excitan el ánimo y sublevan el espíritu de los diputados que votaran a favor de su investidura. Tal vez todo sea una manifestación totalmente inconsciente de una fascinante paradoja, digna de un relato de Baroja…
Pese a que tan sorprendente evolución política mueva a irrisión, cuidado, que nadie se equivoque y desprecie la moción de censura. Hay que seguirla, hay que escuchar a los corifeos de la extrema derecha con atención, para saber qué nos vamos a jugar como ciudadanos de una democracia cuando vayamos a votar las próximas elecciones generales. Nuestro pueblo no tiene, en su inmensa mayoría, simpatías por el fascismo. Cierto. Sin embargo, Vox sí puede llegar al poder de la mano del PP del señor Feijoo. Así de claro. Porque aquí lo que nos distingue de Europa es que la derecha, digamos, tradicional no tiene ningún reparo en acordar-pactar-establecer gobiernos de coalición con la extrema derecha nostálgica de regímenes anteriores. Cosa que no pasa en Alemania, dónde la señora Merkel no quiso –ni quiere– oír hablar de los ultras de Alternativa por Alemania. Cosa que no pasa en Francia, dónde el señor Macron se erige en el bastión que barra el paso al poder de los populistas del Frente Nacional. Cosa que sí pasa en España, dónde el moderado señor Feijoo lo primero que hizo cuando tomó las riendas del PP fue validar el Gobierno de coalición Vox-PP en Castilla y León (algo a lo que no se había atrevido ni tan siquiera Pablo Casado). Esto es lo triste…y lo peligroso. Por tanto, no olvidemos ni un por un momento que dentro de un año podemos tener, por ejemplo, al señor Abascal de ministro del Interior, al señor Ortega Smith de ministro de Igualdad, incluso –quién sabe– al señor Tamames de ministro de administraciones públicas (tal vez para que puede explicar al lehendakari del Gobierno vasco como se puede pasar de defender la independencia del País Vasco a proponer la eliminación de las autonomías en menos de 40 años).
En política hay que saber siempre todo lo que se puede ganar recordando al mismo tiempo lo que se puede perder. El Gobierno progresista y feminista del presidente Pedro Sánchez sigue desarrollando su programa social: augmento de las pensiones públicas, incremento del salario mínimo para los trabajadores, inversión sin precedentes de las becas para los jóvenes, por citar tan solo algunas de las últimas medidas aprobadas. Pero todo esto esta en peligro si dejamos que un eventual Gobierno de coalición Vox-PP retrotraiga el reloj de la historia a 1975. Circunstancia que solo pasará si los ciudadanos y ciudadanas progresistas y de cultura democrática, la «gente de bien» que diría alguien, «pasan» de ir a votar y se quedan en casa el día de las elecciones. Y entonces, amigos y amigas, sería demasiado tarde para lamentarlo… Repito, sigan con mucha atención los debates de la moción de censura.