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Tribuna

No están muertos señor Tamames

Diputado del PSC por Tarragona

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Pido mucha atención a este fragmento de la última entrevista del señor Tamames antes de la moción de censura. Pregunta: «Los presos políticos fueron una gran fuerza moral de la oposición democrática en la mesa de la transición. ¿Cómo les explicaría a los presos comunistas del penal de Burgos el paso que usted acaba de dar?»

Respuesta: «Están todos muertos.»

Esta respuesta resume a la perfección el nivel ético a la altura del betún, en términos políticos, de la moción de censura presentada por Vox. «Están todos muertos», es decir, la lucha democrática en contra de la dictadura la entierro, me la quito de encima en una frase lamentable y paso a hacer de corifeo de la extrema derecha. Y sanseacabó.

Puntualizo para quien no lo sepa: Ramón Tamames, exmiembro de la dirección del Partido Comunista de España durante la transición, es el actual candidato a la presidencia del Gobierno por la extrema derecha heredera ideológica de la dictadura contra la que el señor Tamames luchó en su juventud.

Y no lo digo como una metáfora, lo digo literalmente. Cuando el señor Abascal afirma que el Gobierno progresista y feminista del presidente Pedro Sánchez es el peor Gobierno de los últimos 80 años, no elige la fecha por casualidad. Lo hace con una clarísima intencionalidad política porque sabe que, de estos últimos 80 años, 40 corresponden a la dictadura franquista. Podía haber dicho de los últimos 100 años o de los últimos 1.000 años, pero dice de los últimos 80 años adrede. Es decir, según Vox –el partido que presenta como candidato a la presidencia al señor Tamames– la dictadura «fue mejor» que el actual Gobierno democrático elegido por el pueblo que tenemos ahora. Si, amigos y amigas, es de un cinismo político insuperable pero es así…

Sin embargo, esta moción de censura fake (que dirían los más jóvenes) tiene una virtud: clarificar el escenario político. En efecto, en estas próximas elecciones generales deberemos elegir entre las dos únicas opciones reales que hay de conformar Gobierno: o bien seguimos avanzando con el Gobierno socialista y de progreso liderado por el presidente Pedro Sánchez, o bien nos encontraremos con el tándem Vox-PP en el poder. Y si alguien tiene alguna duda del fenomenal paso atrás que esto último supondría para todos y todas que escuche las declaraciones del señor Abascal o del señor Espinosa de los Monteros de ayer mismo. Conviene no olvidarlo cuando vayamos a votar o luego será demasiado tarde para lamentarlo.

Por cierto, resulta como mínimo curioso que el PP duro del señor Casado votara en contra de la última moción de censura de Vox y que ahora el PP «moderado» del señor Feijoo se abstenga en esta. ¿Qué ha pasado para este sorprendente –o tal vez no– cambio de criterio? ¿Será que los dirigentes del PP son conscientes, aunque se nieguen a verbalizarlo, que necesitan los votos ultras para llegar al poder? ¿Por qué la derecha tradicional en este país se obstina –a diferencia de la derecha democrática europea– en seguir colaborando-gobernando-sumando con la extrema derecha nostálgica de regímenes dictatoriales? Otro motivo adicional más que tenemos para movilizarnos e ir a las urnas masivamente el próximo mes de diciembre.

El señor Tamames afirma que los demócratas que lucharon contra la dictadura franquista y que pagaron con su vida o con décadas de cárcel este compromiso político y ético están, biológicamente, muertos. Pero lo que el señor Tamames, y sus nuevos amigos de la extrema derecha y del PP, olvidan es que esta lucha durísima, y en condiciones que somos incapaces de imaginar por su crudeza, fue una lucha victoriosa. Lo fue porque si hoy día, –con todas sus limitaciones, errores y contradicciones– vivimos en una democracia es porque algunos y algunas –que políticamente no están muertos porque sus valores son inmortales– lucharon y llegaron hasta el sacrificio de sus vidas para que hoy nuestros hijos e hijas puedan votar. Y al lado de lo que acabo de decir la propuesta de volver al pasado que defiende la extrema derecha –con el silencio cómplice del PP– vale, exactamente, un cero a la izquierda.

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