Tribuna
Los humanistas del PP aprueban la amnistía
Senador del PSC per Tarragona
Sí, sí, amigos, han leído bien. Estos días estarán cansados de escuchar a los portavoces del Vox-PP poner el grito en el cielo ante una eventual amnistía que el presidente Pedro Sánchez estaría «negociando» con «los enemigos de España» para «romper la necesaria igualdad entre los españoles». El apocalipsis rojo-separatista, vamos… Anoto brevemente, a día de hoy no hay nada que no sea literatura porque en estos momentos no hay ningún acuerdo cerrado con nadie. Si llega a darse el caso se explicará el contenido de los pactos con las fuerzas políticas parlamentarias representantes de la soberanía del pueblo español –o sea, la base del funcionamiento básico y elemental de una democracia–, con luz y taquígrafos, como siempre ha hecho, hace y hará el Partido Socialista. Cierro paréntesis.
Pues bien, amigos y amigas, tienen que saber que el PP no es que fuera sensible a una amnistía, es que impulsó, aprobó y ejecutó la última amnistía que ha habido en España, en concentro la amnistía fiscal del 2012. Eran los años duros de la crisis económica, como todos recordareis. Cuando se pasó la tijera de los recortes por la sanidad pública, se bajaron los sueldos de los trabajadores y el paro se disparó. Pues bien, en este contexto de crisis económica el gobierno del PP, con mayoría absoluta, aprobó una amnistía fiscal que logró que los grandes delincuentes fiscales salieran, como se dice popularmente, de rositas. A la gente que tenía sus millones escondidos en paraísos fiscales se les dijo que tan solo tenían de declararlos, pagar los intereses –a la baja– obtenidos en los últimos años, y ¡alehop! quedaban automáticamente y debidamente regularizados, legalizados y amnistiados. Sin ninguna imputación penal por delito económico y con la debida confidencialidad para evitarles pasar un mal rato ante la opinión pública…
Esto sí que es la impunidad total, la desigualdad absoluta. Es decir, si usted –amable lector– cobraba una nómina o tenía una tienda o un pequeño negocio, el gobierno del PP no le perdonaba ni un céntimo de euro en impuestos y aumentaba los controles a los autónomos para evitar fraudes pero si hubiera tenido, por poner un ejemplo, tres millones de euros en el paraíso fiscal de la isla de Man los hubiera regularizado sin pagar lo que correspondía y con la garantía de confidencialidad incluida para no tener que avergonzarse en público cuando saliera a la calle. El humanismo de la derecha, en estado puro.
La arbitrariedad fue tan escandalosa que el mismo pleno del Tribunal Constitucional tumbó, por unanimidad, la amnistía fiscal del PP precisamente por «atentar contra la imprescindible igualdad de los ciudadanos ante la ley».
Y ahora estas almas solidarias y empáticas de la derecha, en muchos casos los mismos que justificaron y aplaudieron este abuso, se atreven a dar lecciones de ética y de dar clases sobre «la necesaria igualdad de los españoles». Igualdad claro está, mientras no se traté de dinero evadido de las arcas públicas y que esté oculto en el extranjero. De vergüenza ajena, realmente.
Todo ello me recuerda a la reciente derrota del candidato del PP, señor Feijoo, en su investidura como presidente del Gobierno. Tuve la oportunidad de escuchar su intervención en directo y cuando propuso «bajar los impuestos» se les escapó una recriminación al «carácter excesivo de determinadas prestaciones sociales» que el Gobierno socialista había implementado.
Volvemos a lo mismo. Para el PP y sus aliados de la extrema derecha de Vox amnistiar a gente que tenga sus millones escondidos en Panamá o en cualquier otro paraíso fiscal no le supone el más mínimo problema de conciencia. Es más, estoy seguro que lo hacen encantados porque los consideran «creadores de riqueza» injustamente perseguidos por el «malvado Gobierno social-comunista». Pero cuando el ejecutivo progresista del presidente Pedro Sánchez eleva el salario mínimo a más de 1.000 euros al mes empiezan a agitarse y a gritar a las sombras de la noche contra los «excesos» de la izquierda que «arruinaran la economía». No han cambiado, ni cambiaran. Llámense Aznar, Rajoy, Feijoo o Ayuso.
Por fortuna hay una mayoría absoluta en el Congreso que se cortaría la mano antes que volver a amnistiar a los grandes delincuentes fiscales. Y esa mayoría política, reflejo de la mayoría social a pie de calle, es la que ahora tiene que articularse alrededor de un Gobierno de progreso presidido por Pedro Sánchez que siga desarrollando las políticas sociales que el Vox-PP consideran tan «abusivas».
Este es ahora nuestro principal reto para evitar los desmanes del pasado que la derecha no tendría ni el más mínimo reparo en volver a repetir. No pueden ni que lo quisieran. Lo llevan en la sangre.