Diari Més

Opinió

Laura Moya

PSC Camp de Tarragona

La realidad de lo que fue el franquismo

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¿Tu eres Guzmán? Me lo había parecido, pero como todos estamos tan cambiados…» Es la víspera del consejo de guerra –una pantomima de juicio- que va a condenar a muerte a Eduardo de Guzmán– periodista republicano durante la contienda. Su interlocutora es Petra, una chica, militante feminista de la organización Mujeres Libres, que va a ser condenada con él.

La base de la condena de la joven es la ‘confesión’ obtenida por los verdugos franquistas a base de torturas. «¿Y por qué firmaste?», pregunta el periodista. Cedo la palabra al testimonio de Guzmán: «con gesto resuelto se ha echado hacia atrás el abrigo, desabrochándose la blusa y mostrándome los senos. Impresiona verlos. 

Ambos están deformes por las cicatrices de grandes quemaduras; se ve que faltan trozos de piel y de carne. Tiene, además, los pezones destrozados. Me los quemaron –dice–, con los cigarrillos encendidos. Yo chillaba… y ellos se reían. Luego…» Omito la continuación, pero es del mismo tenor… del mismo tenor brutal.

Petra fue condenada a muerte y asesinada, como tantos miles de chicos y de chicas como ella que lucharon por un mundo mejor y más justo. El ejemplo de su entereza, de su coherencia, de su bondad y de su compromiso social deben ser un motivo de emulación y de inspiración para todas nosotras y nosotros.

Esta es la realidad de lo que pasó durante la larga noche de la dictadura franquista, un régimen asesino y genocida que causó la peor masacre de la historia del país con decenas de miles de fusilados, torturados, represaliados, presos, exiliados, etcétera.

Y ahora paren atención a esta declaración del diputado de Vox, Mariscal Zabala, en pleno del Congreso de los Diputados, hace unos días: «gracias a las redes sociales, muchos jóvenes están descubriendo que la etapa posterior a la Guerra Civil no fue una etapa oscura, sino de reconstrucción, de progreso y de reconciliación para lograr la unidad nacional.» 

Mientras este señor decía tales cosas, los diputados de Vox sonreían y los del PP simulaban que atendían a sus teléfonos móviles, se hacían los despistados o directamente escurrían el bulto. O sea, miraban cobardemente para otro lado…

Me dirijo sobre todo a la gente joven que por edad no conoce, ni tan solo le suena, lo que fue -de verdad- el franquismo. Vosotras vivís en una democracia, con todas sus contradicciones y errores sí, pero en una democracia plena. Pero hace menos de 100 años compañeras vuestras lucharon hasta la muerte para evitar la implantación de la peor dictadura de la historia de España. Nunca podemos olvidar su heroísmo, ni su compromiso.

Acabo con unas palabras de Rodolfo Walsh, un escritor argentino cuya hija también fue asesinada por los fascistas golpistas de su país y que dice así: «en el tiempo transcurrido he reflexionado sobre la muerte de mi hija. Me he preguntado si mi hija (miembro de la resistencia), si todos los que mueren como ella, tenían otro camino. 

La respuesta brota desde lo más profundo de mi corazón y quiero que mis amigos la conozcan. Vicki pudo elegir otros caminos que eran distintos sin ser deshonrosos, pero ella eligió el más justo, el más generoso, el más razonado. Su lúcida muerte es una síntesis de su corta, hermosa vida. No vivió para ella, vivió para otros, y esos otros son millones.»

En efecto, Vicki y Petra eligieron el camino más difícil pero también el más justo. Como también lo hizo Julia Conesa, una de las 13 rosas, una joven militante de las Juventudes Socialistas Unificadas asesinada a los 20 años después de ser acusada de ser ‘cobradora de tranvías durante el período de dominación rojo’. Es decir, que la mataron por trabajar, gravísimo crimen para los forjadores de lo que el señor diputado de Vox denomina desvergonzadamente como «un período de reconciliación nacional». La reconciliación, digo yo, de los cementerios.

Cuando se enfrentó al piquete de ejecución otra heroína demócrata y feminista, Aurora Picornell, espetó a sus asesinos: «podéis matar a mujeres y niños, pero, ¿y las ideas? ¿con qué balas mataréis las ideas?» Me gustaría dar a conocer este testimonio al diputado de Vox, pero rápidamente declino la idea; no está en condiciones morales ni éticas de comprender nada…

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