Diari Més

Ángel Juárez Almendros

Presidente de la RIET y Mare Terra

La tierra está en la UCI, salvémonos...

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Estamos en un tiempo de ataque constante a nuestro entorno natural. Los océanos, los árboles, el aire que inhalamos… Todo está bajo un nivel de explotación que excede lo que la Tierra puede aguantar. Estas violencias, en vez de disminuir, parecen aumentar, multiplicándose ante discursos que vuelven a cuestionar el impulso de las energías alternativas y sostenibles. El lema «drill, baby, drill» (perfora, perfora …), que llama al regreso de un modelo basado en la explotación ilimitada de los combustibles fósiles, no solo es un retroceso: es un salto hacia un futuro de destrucción y caos climático.

El ambiente político actual no ayuda en absoluto a las posibilidades de un cambio positivo. Las grandes Cumbres Internacionales, anunciadas con entusiasmo y promesas de cambios significativos, han resultado ser simples ejercicios de retórica vacía, sin resultados concretos. Mientras tanto, la transferencia de recursos para mitigar los efectos del cambio climático entre el Norte y el Sur global se ha vuelto un escándalo de ineficiencia y desigualdad.

El Norte, incluyendo a los países productores de petróleo del Golfo Pérsico, sigue controlando las reglas del juego mientras se mantiene la dependencia de los combustibles fósiles. Es clave entender que no solo los consumidores son los responsables: el modelo de producción mundial, impulsado por la explotación de estas energías contaminantes, es una parte fundamental del problema. Esta dinámica ha creado un círculo vicioso donde los discursos de responsabilidad compartida a menudo ocultan la inercia de los grandes actores económicos para evitar cambios reales.

La responsabilidad no solo está en manos de los gobiernos o las grandes empresas; también recae en cada uno de nosotros. ¿Cómo podemos exigir cambios globales si no somos capaces de modificar nuestros hábitos diarios? Porque si ellos no lo hacen, y tampoco nosotros, ¿quién lo hará? No vale quejarse del sistema mientras no reciclamos adecuadamente, mientras fumamos y arrojamos colillas al suelo, mientras desperdiciamos agua o energía sin pensarlo.

El primer paso comienza aquí, en casa, con nosotros mismos. Debemos ser coherentes con nuestros ideales. Este manifiesto es también un compromiso: no podemos exigir a los demás que hagan lo que nosotros no somos capaces de asumir. Pequeños actos pueden convertirse en grandes cambios: consumir menos, optar por la reutilización, reducir el plástico, y educar a las nuevas generaciones en el respeto y el cuidado del medio ambiente.

Este es nuestro compromiso conjunto: ni un paso atrás, cueste lo que cueste. La lucha por un futuro sostenible no es solo un derecho, sino una responsabilidad ética hacia la sociedad, el planeta y las futuras generaciones. Habrá muchos obstáculos. También habrá tentaciones de rendirse. Pero solo con determinación y persistencia podremos crear una opción al modelo destructivo que nos ha llevado hasta aquí.

Por la Tierra, por el futuro, por nosotros. No podemos permitirnos quedarnos parados. Ahora es el momento de actuar. Ahora es el momento de afirmar, con voz clara y firme: «Estamos aquí, y no nos daremos por vencidos».

Y recordad, que nadie os robe la sonrisa!

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