Acaba pagando 30.000 euros después de que un okupa le incendie la casa
Además, la propietaria fue multada con 6.000 euros por un retraso en las obras de rehabilitación
El inmueble de una mujer de A Coruña fue okupado hasta en cinco ocasiones a lo largo de diez años. Cada vez que okupaban el espacio acababa destruido y cuando eso pasaba, el Ayuntamiento la obligaba a reparar los daños bajo amenaza de declarar la vivienda en ruina. La propietaria lo arreglaba, lo volvía a tapiar y de nuevo alguien entraba y lo okupaba de nuevo.
El año 2013 el inmueble sufrió un incendio, y sin posibilidad de arreglo, fue declarado en ruina y su propietaria obligada a pagar los gastos de demolición, que se elevaron a 30.000 euros a causa de la existencia de uralita. «Hay centenares de casos parecidos y habrá peores», dice el abogado coruñés Manuel Meiriño, que vivió muy de cerca el caso. El letrado recuerda que en esta casa, como en otros de la misma zona, tuvieron dos problemas, no uno. El del okupación y la falta de una legislación ágil para combatirla, y el de la burocracia y la administración.
El primer problema fue serio porque durante una década el inmueble estuvo okupado cinco veces. La mujer ponía la correspondiente denuncia y esperaba que se emitiera la orden de desalojo. Recuperada la propiedad, se encontraba con numerosos daños. Meiriño asegura que en estos casos los propietarios, «con mucho esfuerzo», arreglan sus viejas casas, «pero al cabo de pocos días se despiertan destrozadas. Y volvamos de nuevo, el Ayuntamiento vuelve a la zona, ve la derrota y vuelve a emplazar a los titulares de los inmuebles para que restauren los daños bajo amenaza de declarar la vivienda en ruina».
Además, la mujer de la cual habla Meiriño fue multada con 6.000 euros por un retraso en las obras de rehabilitación, sanción que suspendió años después el juzgado contencioso-administrativo en entender que se trataba de un abuso. Después del incendio que destruyó el inmueble, el Ayuntamiento volvió a la zona para abrir el correspondiente expediente de ruina y preparar el proyecto de demolición, que lo remitió a la propietaria para que lo pagara.
El que quedaba de la casa fue derribado el año pasado y hoy es un solar. El autor del incendio fue el último que la ocupó. En una ocasión, la hoguera que se encendía cada noche en la sala se le descontroló. Pudo huir, pero dejando el inmueble en llamas hasta su destrucción. Nunca lo identificaron, «cosa que no importa porque se trata de gente sin recursos a la cual no se puede embargar».