Una geladera estrangula a un cliente después de una pelea y coloca el cuerpo en una nevera

María del Carmen Q. B., de 44 años y heladera de profesión, llamó a sus hermanos el 9 de enero de 2016, en un estado de clara embriaguez, para confesar un crimen. «Soy un monstruo» eso es lo que decía mientras llevaba una botella de whiskyen la mano y pedía a sus hermanos que la llevaran a comisaría con el fin de confesar el crimen que había cometido.

La confesa asesina sólo accedió a explicar lo que había sucedido dentro de un bar, cuando los hermanos escucharon el relato no daban crédito a la situación. Llamaron a un familiar, licenciado en Derecho, para preguntarle a qué comisaría la tenían que llevar. Una hermana, siete años más joven que la acusada, explica que cuando la pasó a buscar con el coche, la acusada «lloraba, después reía y decía que era un monstruo», también le dijo que la llevara al campo a pegarse un tiro. La familia ha asegurado que la relación con el alcohol que tenía la acusada, era «insostenible», ya que en varias ocasiones la habían tenido que recoger inconsciente de la calle.

Finalmente los hermanos llevaron a la mujer a la Comisaría de Dos Hermanas, Sevilla, donde confesó el crimen. Después fue trasladada a la sede central del Cuerpo Nacional de Policía de Sevilla. El jefe de homicidios aseguró que la hipótesis principal es que en la heladeria Otoño del barrio de la Macarena donde trabajaba la mujer, hubo una pelea entre un hombre mayor y de constitución pequeña con una mujer corpulenta y fuerte. La mujer habría golpeado al hombre con un objeto, lo dejó inconsciente y después lo estranguló. Posteriormente introdujo el cadáver en una nevera vertical y lo tapó con carteles de publicidad. Finalmente la acusada tiró los objetos personales de la víctima en un contenedor, que han podido ser recuperados todos menos un teléfono móvil.

La Audiencia de Sevilla ha iniciado el juicio con jurado contra María del Carmen. La Fiscalía pide ocho años y medio de prisión para la mujer por un homicidio con los atenuantes de embriaguez y confesión. Las dos acusaciones particulares aumentan la condena a 20 años al entender que se trata de un asesinato, la defensa pide una condena no superior a cinco años, ya que considera que la muerte del hombre fue después de una pelea «salvaje y brutal».