Judicial
Condenado a pagar 28.000 euros por dar un beso a una chica sin su consentimiento
A consecuencia de los hechos la víctima sufrió un trastorno depresivo por estrés posttraumático
La Audiencia provincial oscense ha condenado a un hombre de unos 50 años a pagar una indemnización de 28.075,30 euros a la hija de 30 años de una amiga suya, por darle un beso en la boca sin su consentimiento cuando la llevaba en coche a casa. A consecuencia de los hechos, la víctima sufrió un trastorno depresivo por estrés posttraumático.
Los hechos ocurrieron 30 de noviembre de 2009 cuando el demandado llevó a su domicilio a la joven y por el camino «le puso la mano en la pierna y le dio un beso introduciéndole la lengua en la boca en contra de su voluntad», relata la sentencia. La víctima denunció los hechos a la Guardia Civil.
El acusado fue condenado por una falta de vejaciones injustas y a pagar una indemnización de 28.000 euros, pero la Audiencia provincial lo absolvió al considerar que el hecho había prescrito. La representación legal de la joven reclamó al Ministerio de Justicia, ya que el Juzgado de lo Penal paralizó el proceso durante seis meses, por un «mal funcionamiento de la administración» y le dio la razón, concediéndole una primera indemnización de 3.000 euros.
La víctima acudió entonces a la vía civil, donde el Juzgado nº. 2 de Jaca estimó parcialmente la demanda condenando al hombre a pagar una indemnización de 21.288 euros más intereses. No obstante, ambas partes presentaron sendos recursos de apelación delante el Audiencia provincial oscense
Finalmente, la Audiencia oscense ratificó la valoración de la prueba que hizo en su momento el Juzgado de Jaca. Así, el tribunal considera que el beso sin consentimiento ha quedado acreditado a través de la declaración de la mujer, el relato de la cual durante el juicio penal coincidió con el que relató en su momento a la Guardia Civil al interponer la denuncia «y con la versión que a lo largo del tiempo ha mantenido la demandante». Todo eso, prosigue la sentencia, se ve reforzado por dos testigos que confirmaron el «nerviosismo» que presentaba la chica después del incidente y también por la declaración de su propia madre.