Judicial
Juzgan a un entrenador de fútbol por abusos sexuales a menores entre 2007 y 2016
La fiscalía pide más de 80 años de prisión para el hombre por haber abusado en su casa de cuatro jugadores y dos empleados de discoteca
La Audiencia de Barcelona ha empezado a juzgar este jueves a un joven de 29 años por haber abusado sexualmente al menos de seis menores de edad entre 2008 y 2016. El hombre se enfrenta además de 80 años de prisión por abusos y agresiones sexuales a tres jugadores de 13 años del equipo de fútbol de Viladecavalls que entrenaba entre el 2007 y en el 2008, otro jugador de 15 años en el 2015, un chico de 15 años que trabajó para él en una discoteca de Terrassa el año 2014 y una chica de 14 años que también era empleada suya en una discoteca y a quien obligó a mantener relaciones sexuales en 2015 y 2016.
Según han explicado las tres primeras víctimas, desde septiembre de 2007 hasta mayo de 2008, el acusado, nacido en 1989, fue entrenador de un equipo de fútbol de Viladecavalls en el cual jugaban cuando eran de categoría infantil y tenían entre 13 y 14 años, ya que habían nacido en 1994. Los convirtió en sus preferidos, y los llamaba 'los galácticos'. Se ganó su confianza y los invitaba a su domicilio para jugar a videojuegos o ver películas, además de hacerlos algunos regalos. Acudían los tres menores, dos de ellos o sólo uno, en función de la ocasión. En el domicilio, jugaban y veían películas hasta que el acusado le decía a alguno de los menores que fuera con él a su dormitorio.
Una vez allí, les decía que se pusieran cómodos con pantalones cortos de deporte, les hacía masajes en las piernas con la excusa del deporte y, con ánimo libidinoso y de satisfacción sexual, los agredía sexualmente, haciéndoles tocamientos, masturbándolos y haciéndoles felaciones.
Si bien estos episodios sucedían habitualmente cuando estaba sólo el procesado con uno de los menores, en algunas ocasiones lo hizo en presencia de los tres. Estos no oponían resistencia a causa de su corta edad e inexperiencia, de su relación de confianza que el procesado había generado y de su condición de entrenador, con la autoridad que eso comportaba delante de los menores.
Además, cuando alguno de ellos se negaba a ir a su domicilio o a hacer algún acto sexual, el acusado les daba un pescozón o los amenazaba con pegarlos o con dejarlos en el banquillo al próximo partido. En una ocasión, cogió por el cuello a uno de los menores, como si lo fuera a ahogar, y lo arrinconó contra la pared para negarse a hacerle una felación. En otra ocasión, hizo estirar a los tres chicos en corro y les hizo masturbarse mutuamente y otra vez intentó que uno de los menores lo penetrara analmente, cosa que no consiguió.
Las declaraciones de los tres jóvenes han tenido algunas lagunas o imprecisiones, pero básicamente han coincidido en sus versiones y han explicado que al principio se pensaban que todo era un «juego». Cuando se dieron cuenta de la realidad de los hechos, los daba miedo negarse a obedecer su entrenador y vergüenza explicarlo a sus padres. Por eso tampoco denunciaron los hechos hasta mayo del 2016, cuándo un entrenador del tercer equipo que entrenaba al acusado descubrió comentarios sospechosos y «estiró la manta». Los Mossos investigaron y convencieron a los jóvenes para que denunciaran los hechos, cosa que hicieron, algunos de ellos sin ni explicarlo a sus familias.
El entrenador fue expulsado del equipo de fútbol después de bajar de categoría y la siguiente temporada pasó a entrenar un equipo de Terrassa, en el cual se inscribió uno de los menores anteriores después de que el procesado lo convenciera. Este menor, su preferido, siguió yendo al domicilio del acusado hasta que tuvo 15 años y madurez suficiente para comprender los hechos y dejó el equipo de fútbol. Ha explicado que sufrió abusos en unas 200 ocasiones.
La defensa del acusado ha intentado evidenciar estas contradicciones, y ha destacado que los jóvenes mantuvieron algún contacto posterior con su exentrenador e incluso eran amigos de Facebook. Uno de ellos, además, le dejó 400 euros poco antes de denunciarlo.
El año 2014, el procesado conoció a otro menor, le ofreció trabajar en una discoteca que regentaba e inició una relación de amistad y confianza con él. Aprovechando esta confianza y el previo consumo por parte del menor de bebidas alcohólicas y marihuana proporcionadas por el procesado, este lo invitó a su domicilio. Le dijo que habría más gente, pero finalmente estaban solos, y estuvieron fumando porros y el menor se quedó a dormir. El acusado, con ánimo libidinoso y de satisfacción sexual y aprovechando que el menor estaba medio dormido, se puso en su cama y lo tocó y le intentó hacer una felación. El menor se negó, pero el acusado, lejos de cesar en su conducta, siguió intentando abusar sexualmente de él, e incluso llegó a ofrecerle dinero para que le hiciera una felación. Finalmente, el menor se pudo marchar del piso.
El año 2015, empezó a entrenar en otro equipo de Viladecavalls, donde conoció a un menor, de 15 años, al que invitó a su domicilio. Una vez allí, con la misma intención y ánimo anteriores, abusó sexualmente de él. El joven dejó el equipo de fútbol, pero el entrenador intentó hablar para convencerlo de que volviera.
El padre del chico ha declarado al tribunal que su hijo bajó de sopetón el rendimiento escolar, se entristeció, se recluyó en sí mismo y quiso dejar el fútbol. Los padres no sabían qué le pasaba y lo llevaron al psicólogo, que no pudo descubrir el motivo del cambio de estado de ánimo. El joven, incluso, insinuó que se quería suicidarse.
Finalmente, entre el año 2015 y el año 2016, una menor, de 14 años, contactó con el acusado por Facebook para pedirle trabajo en una discoteca, diciéndole que tenía 17 años. El acusado aceptó que trabajara allí con la condición que ella fuera su pareja. Cuando empezó a trabajar, la menor le dijo su verdadera edad. Sin embargo, con ánimo libidinoso y de satisfacción sexual, la invitó a su domicilio hasta en dos ocasiones y tuvieron relaciones sexuales consentidas, aunque la menor lo habría hecho por|para las presiones de él. Durante el periodo en el cual tuvo contacto con esta menor, un mes aproximadamente, el procesado le pidió que le enviara fotografías íntimas y vídeos con contenido sexual. El chico fue arrestado en mayo del 2016.
Susanna Vilaseca, abogada de dos de las tres primeras víctimas ha explicado que los jóvenes se sentían intimidados por la autoridad de su entrenador, quien tenían como «ídolo» y por eso los costó tanto denunciarlo, a parte de la «verguenza».
La fiscalía y la acusación particular de dos de las tres primeras víctimas lo acusan de tres delitos continuados de agresión sexual, un delito continuado de abusos sexuales, un delito de abuso sexual a menor de 16 años, un delito continuado de abusos sexuales a menor de 16 años y un delito de captación de menor de 16 años para elaborar material pornográfico, y le piden más de 80 años de prisión, además de indemnizaciones de al menos 10.000 euros por cada víctima.
Las dos últimas víctimas han declarado a puerta cerrada, sin público, mientras que las cuatro primeras lo han hecho con una mampara de separación respeto el acusado. El juicio acabará este viernes con la declaración de otros testigos y Mossos d'Esquadra, además de la declaración del acusado, que se ha dejado para el final.