Judicial
La hija mayor|grande del acusado de abusar de dos hijas explica que a veces la violaba dos veces al día
Les decía que eran unas «zorras» como su madre y que tenían que hacer las tareas domésticas porque eran las mujeres y para eso las tenía
El acusado de apalear y abusar sexualmente de dos de sus hijas, desde que estas tenían unos diez años, ha negado todos los hechos este jueves en el juicio en la Audiencia de Lleida. Las niñas, en cambio, han explicado algunos capítulos de unas agresiones, insultos y abusos que eran «continuados» y que los psicólogos han calificado como unos relatos «absolutamente creíbles».
Las niñas, que ahora tienen 16 y 18 años, han declarado protegidas por una mampara. La hermana mayor ha explicado que los hechos se iniciaron con ella, cuando tenía unos nueve años (hacia el año 2010, en Lleida), que empezaron con tocamientos y que fueron aumentando en gravedad y frecuencia hasta el punto que su padre la violaba desde dos veces por semana hasta dos veces al día. Los psicólogos han asegurado que las dos tienen secuelas graves, sobre todo la hermana mayor a quien han definido como una persona «sumisa» y que asumía el «rol de pareja» con el acusado. Ella incluso ha explicado que muchas veces decidía quedarse en casa con su padre, aun sabiendo qué pasaría, para evitar que le hiciera lo mismo a su hermana pequeña.
La madre de las niñas ha declarado que se enteró de los abusos sexuales cuando las niñas denunciaron los hechos, a finales de 2016. Ha reconocido sin embargo, que el acusado las pegaba con el cinturón y las insultaba. Las tres han explicado que a las niñas les decía que eran unas «zorres» como su madre y que tenían que hacer las tareas domésticas porque eran las mujeres y para eso las tenía.
Los psicólogos han explicado que la hija pequeña tenía más carácter y que cuando su padre intentaba abusar de ella, reaccionaba negándose y empujándolo. Sin embargo, le llegó a hacer tocamientos en varias ocasiones y en una, ha reconocido ella misma, le introdujo los dedos. Los psicólogos creen que esta niña «no ha llegado a explicar todo lo que le había pasado». En varias ocasiones huyó de casa y a causa de todo lo que sufrió, los psicólogos explican que tiene una conducta sexualizada desde demasiado pequeña, que incluso quedó embarazada, y que tenía riesgo de sufrir enfermedades de transmisión sexual a causa de su promiscuidad y que tiene un carácter irascible y baja autoestima.
A a la hija mayor, en cambio, la definen los psicólogos como una persona sumisa, «como la madre». Reconoce que su padre la violó de manera continuada y explica que lo amenazaba que si no hacía lo que le decía, agrediría su madre y a su hermana y también al perro que tenían en casa. «Yo no quería que les hiciera daño», ha declarado. «Era un acomodamiento, no un consentimiento», puntualizan los psicólogos. A raíz de los abusos continuados, alertan a los expertos, la chica sufre trastorno de estrés posttraumático y le causa «pánico» ver a su padre. «Se me hacía chantaje psicológico porque me quería controlar siempre», explica. «Un día no lo obedecí y me marché con mi madre. Cuando volvimos, empezó a insultar a mi madre y a mi hermana. Yo no podía soportar ver aquel maltrato», relata la joven, que reconoce que de pequeña los abusos sexuales no eran muy frecuentes pero «cuando crecí eran muy seguidos».
«Yo de pequeña quería tener un padre porque no lo tenía, pero cuando estuve aquí, añoraba mi vida en Ecuador. Era una vida humilde pero no tenía que sufrir eso», ha dicho entre lágrimas la hija mayor. «En casa sólo tenía voz y voto él. El resto hacíamos lo que nos decía», ha añadido. Según la niña, se cambiaban de piso cada dos años. Cuando cambiamos de piso, veía que él quería tocar a mi hermana y le dije que yo ya había tenido suficiente todos estos años para que ahora le hiciera a la hermana. Intentaba que ella saliera con mi madre para quedarme en casa yo, aun sabiendo qué se me pasaría», ha relatado.
Desde diciembre 2016, cuando se denunciaron los hechos, la hija mayor está en tratamiento psicológico. «Llega en una situación de depresión profunda, pensamientos suicidas y estrés postraumático», ha declarado la psicóloga que la trata desde entonces.
La hija pequeña, por su parte, ha explicado que su padre les decía que tenían que limpiar porque cuando se casaran tenían que tener la casa limpia. «Me pegó con el cinturón y con el mando a distancia, era frecuente que nos pegara», ha dicho. «Yo no lo consideraba mi padre, porque abandonó a mi madre cuando se quedó embarazada de mí» y «cuando intentaba abusar de mí, yo lo pegaba y me dejaba», ha explicado.
Piden 37 años de prisión
La fiscalía solicita que se condene al acusado a 37 años de prisión por dos delitos de maltrato habitual (3 años para cada uno), un delito de maltrato (1 año) y dos delitos continuados contra la libertad sexual (15 años para cada uno).
Solicita también que se le retire al acusado la custodia de sus hijas y que se le prohíba comunicarse o acercarse a ellas a menos de 200 metros durante diez años después del cumplimiento de la condena. También pide que se le prohíba la tenencia de armas durante cinco años, que se le imponga la medida de libertad vigilada durante diez años una vez salga de la prisión y que indemnice a sus hijas con 100.000 euros ya que, según la fiscalía, las niñas sufren una sintomatología importante en los ámbitos emocional, cognitivo, psicofisiológico y de comportamiento. Las acusaciones particulares se han adherido a la petición de la fiscalía.
La defensa pide la absolución porque dice que es poco creíble que la madre no se enterara de los abusos, cuando vivían todos juntos, que ha habido incongruencias en las declaraciones y que no se ha desvirtuado la presunción de inocencia. Solicita, sin embargo, que en caso de condena, se tenga en cuenta el alcoholismo del acusado como atenuante ya que todas las declarantes han asegurado que en un día era capaz de beberse más de veinte cervezas y que muchos días estaba bebido.