Diari Més

Una semana de juicio en cinco ideas

La cuarta semana del juicio del proceso ha centrado el foco sobre la actuación de los Mossos D'Esquadra

Josep Lluís Trapero, a su llegada a la Audiencia Nacional.

Lamela deja a Trapero en libertad sin fianzaACN

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La cuarta semana del juicio del procés ha centrado el foco sobre la actuación de los Mossos d'Esquadra y sobre lo ocurrido los días inmediatamente anteriores al 1-O, en las reuniones clave del 26 y 28 de septiembre y en la propia fecha del referéndum ilegal.

Éstas son algunas de las ideas clave de las cuatro últimas semanas del juicio:

Trapero y los Mossos d'Esquadra

Han sido los protagonistas en una semana en la que se ha escrutado su actuación en los días clave del otoño de 2017. Muy criticados por los mandos de la Policía y de la Guardia Civil y por los cargos políticos del anterior gobierno del PP, cuyas versiones se resumen en las palabras del coordinador del dispositivo, Diego Pérez de los Cobos: La actuación de los Mossos fue «insuficiente, inadecuada e ineficaz», «una estafa».

Ni De los Cobos, ni el jefe de la Policía; Sebastián Trapote, ni el de la Guardia Civil, Ángel Gozalo, tuvieron reparos en criticar al cuerpo policial catalán ni a su entonces jefe, el mayor Josep Lluís Trapero, citado el próximo jueves 14, aunque es probable que opté por no declarar ante el tribunal como testigo al estar acusado en la Audiencia Nacional.

A Trapero lo han señalado por seguir la línea del Govern y apartarse del mandato judicial de frenar el 1-O y de montar un operativo basado en los ya famosos «binomios» de agentes manifiestamente inoperativo. Es decir, de facilitar el referéndum ilegal y darle apariencia de normalidad.

El último testimonio de la semana fue el de Manel Castellví, por entonces comisario de Información de los Mossos y, tal vez, la única voz de la cúpula de ese cuerpo que se escuche en el Supremo al estar los demás investigados en otros procesos.

Su versión admite errores de información y de planificación (por parte de todos los cuerpos implicados) que se tradujo en un dispositivo «insuficiente». También reconoce que hubo comportamientos de agentes impropios de lo que se espera de un policía.

Pero ofrece matices clave sobre el papel del cuerpo en los días clave. En dos ocasiones advirtieron al expresidente Carles Puigdemont del riesgo de «escalada de violencia» si mantenía el 1-O y en ambas fueron ignorados. El propio Trapero intentó «disuadir» a Puigdemont el 26-S. Lo intentaron de nuevo el 28. Sin éxito.

Y ese relato añade datos desconocidos hasta ahora, como que los Mossos, pese a no movilizar a los antidisturbios, cerraron «por la fuerza» 23 centros de votación.

El 20S

Hasta esta semana, se habían presentado ante el tribunal dos relatos antagónicos de lo ocurrido el 20 de septiembre frente a la Consellería de Economía. De la violencia y el hostigamiento que denunciaron los cargos políticos del PP, al movimiento pacífico, festivo y democrático del que hablaron los acusados.

Lo ocurrido en esa jornada se antoja clave para la acusación de rebelión, que como es sabido requiere el empleo de la violencia, y se esperaba lo que los mandos policiales tuvieran que decir sobre el asunto. Sin embargo, ha pasado casi desapercibido en sus declaraciones, mucho más centradas en el 1-O y los días previos.

Sí que llamó la atención que Castellví reconociera que los Mossos no tomaron declaración a Jordi Sànchez ni a Jordi Cuixart tras lo ocurrido en esa jornada.

Y, por encima de todo, resonó en el salón de plenos del Supremo la voz de Montserrat del Toro, la letrada judicial que participó en el registro y que contó, de forma sistemática, pausada, detallada, lo que percibió desde que entró a primera hora de la mañana hasta que salió pasada la madrugada.

Del Toro sintió «miedo», temió por su integridad y por la del material incautado y se negó a salir entre la gente agolpada frente al edificio. Finalmente, fue por el teatro aledaño, previo paso por la azotea y tras múltiples vicisitudes.

Entre ellas, la llamada de auxilio al juez Martínez Sunyer («Tienes que sacarme de aquí») o la de éste al mayor Trapero para darle media hora para resolver la salida de la letrada.

Proveedores que no han cobrado nada

Ninguno de los cinco primeros proveedores del 1-O citados han admitido haber cobrado de la Generalitat, ni de nadie. Y ello pese a que, salvo en un caso, los trabajos se realizaron con facturas remitidas a las autoridades catalanas, que en ocasiones las devolvían en negativo.

El más llamativo es el de una empresa cuyo acuerdo no acabó fructificando porque se echó atrás ante las dudas de cómo iba a cobrar el servicio, pues los líderes soberanistas hablaron de «terceros». Dos más renunciaron a reclamar el cobro del servicio por diversos motivos, al cuarto no se le preguntó si sus facturas le fueron abonadas y solo una sigue litigando para cobrar los 130.000 euros por la compra de los espacios publicitarios en prensa escrita.

Las sorpresas

Varias y muy llamativas. La primera, la revelación por parte del entonces secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, de que en los intentos de disuadir a Puigdemont de seguir adelante con el 1-O pese al mandato judicial de paralizarlo, se le propuso hacer una consulta simbólica en calles o plazas, y que aquello no se iba a impedir.

Fue en la Junta de Seguridad de Cataluña convocada para el 28 de septiembre, pero la respuesta de Puigdemont fue no hacer «ni el más mínimo gesto de cesión».

No fue la única. También se supo esta semana que las armas que estaban en los coches de la Guardia Civil que fueron dañados durante los registros del 20S no eran de munición convencional, como se había planteado hasta el momento, sino de pelotas de goma. Así lo explicó el jefe de la Guardia Civil en Cataluña entonces, Ángel Gozalo.

Y una más, aunque ya citada: La de que los Mossos usaron «la fuerza» el 1 de octubre.

Sube la temperatira en la relación entre Pina y Marchena

Si bien son constantes las interrupciones entre el letrado Jordi Pina y el presidente del tribunal, Manuel Marchena, esta semana el magistrado recordó, por si había dudas, qué escalafón ocupa cada uno en la sala en el rifirrafe más duro hasta la fecha. «No entre en debate conmigo», le espetó el juez al letrado.

Pina no cejó en su empeño por preguntar a un testigo, de manera que, ante la mirada atónita del tribunal por el 'desafío' verbal del letrado, Marchena zanjó el asunto: «Usted no me puede interrumpir, yo a usted sí».

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