Salud
Alertan de un aumento de las conductas de riesgo de los trastornos alimenticios y de la complejidad de los casos
La Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia recomienda promover un estilo de vida saludable y el sentido crítico como una 'vacuna' para niños y adolescentes
Un 5% de las niñas y adolescentes sufre un trastorno de la conducta alimenticia (TCA) y un 11% más está en riesgo, aunque los expertos sospechan que esta última cifra se queda corta, según datos facilitados por la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB). En una entrevista a ACN, la directora general de la entidad, Sara Bujalance, alerta que, si bien la incidencia de estos trastornos se mantiene, las conductas de riesgo son más frecuentes y, además, las presentan niñas cada vez más pequeñas. Los profesionales también observan que los trastornos son más complejos. Bujalance recomienda «promocionar factores protectores, como la autoestima, una imagen corporal positiva, un estilo de vida saludable y el sentido crítico ante el modelo de belleza y la presión social» entre los jóvenes, para que lleven «una vacuna para prevenir este tipo de trastornos».
Las conductas de riesgo relacionadas con los trastornos de la conducta alimenticia como seguir una dieta sin control médico para perder peso, o incluso utilizar el vómito, están aumentando entre la población general y sobre todo entre la más vulnerable, los niños y jóvenes, advierte Bujalance en una entrevista a ACN. La gran mayoría de las personas afectadas son chicas (nueve de cada diez), pero los chicos también sufren este tipo de trastornos. Los principales son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, el trastorno por atracón y el trastorno de la conducta alimenticia no especificado.
La franja de edad en que habitualmente se había descrito el inicio de un trastorno de la conducta alimenticia iba de los 12 a los 21 años, pero la práctica está informando de que más niños, sobre todo niñas, presentan un trastorno o conductas de riesgo antes, señala la directora general de la ACAB.
La complejidad de estos trastornos también aumenta, con comportamientos que, si bien ya existían, no eran habituales, como las autolesiones. «Es relativamente frecuente encontrar adolescentes que presentan algún tipo de patología con esta conducta», afirma la directora general de la asociación.
También incrementa la frecuencia de la comorbididad, es decir, cada vez hay más personas con trastornos de la conducta alimenticia que presentan otra patología. «Eso dificulta la detección y también el tratamiento», advierte. Otro factor que aumenta la complejidad es, que, si los rasgos típicos de la personalidad que se asociaban con estos trastornos eran los de personas muy perfeccionistas o autoexigentes, ahora, además de estos, los profesionales identifican otros perfiles.
Bujalance afirma que, si bien no hay estudios que concluyan qué ha hecho aumentar la complejidad de los trastornos y las conductas de riesgo, la práctica del día a día indica como posibles factores, una «sociedad que se está desarrollando rápidamente en algunos aspectos, como las nuevas tecnologías y su fácil acceso». Los profesionales sospechan que internet ha podido contribuir como un «elemento de contagio social» en conductas, por ejemplo, como las autolesiones.
La directora general de ACAB destaca que otro de los factores a que se puede atribuir este aumento es «la hipersexualització en la infancia, sobre todo de las niñas.» «Cada vez desde más pequeñas se los exige una especie de comportamientos y apariencia física que, lejos de favorecer la autoestima y el bienestar, las hacen sentir inseguras o insatisfechas con su cuerpo», alerta. Otro de los elementos es que muchas familias les resulta difícil poder conciliar la vida laboral y personal tanto como les gustaría.
Internet: necesidad de normas «contundentes» y de prevención
En Internet se publican contenidos que favorecen el desarrollo de conductas de riesgo y de trastornos alimenticios e, incluso, que hacen apología explícita de la anorexia y la bulimia. «Normalmente los crea una persona afectada, que habla de trucos para esconder la enfermedad a la familia o hace 'carreras de kilos' para ver quién adelgaza más», alerta.
En este sentido, Bujalance pide normas «contundentes» para frenar estos contenidos y celebra que el Gobierno aprobara al principio de año una modificación del Código de consumo de Cataluña para sancionar la apología de la anorexia y la bulimia a páginas web o redes sociales. La modificación permite perseguir y sancionar con multas de hasta 100.000 euros las empresas y servicios digitales que, a pesar de conocer la existencia de estos contenidos en sus plataformas, no los eliminen. La directora general de ACAB valora este «pequeño paso» y pide, por una parte, que la medida no sólo se aplique desde el Código de consumo, sino también desde la Ley de Salud Pública, y de la otra, que se amplíe en el ámbito estatal e internacional.
Pero más allá de las restricciones normativas, la directora general de ACAB pone énfasis en la necesidad de programas de prevención entre la población más vulnerable para «empoderarla» y para que «se sepa proteger de este tipo de contenidos». La asociación hace cada curso escolar cerca de 400 intervenciones en institutos y escuelas con este objetivo. «La manera de empoderar a los jóvenes es que sean críticos con la presión que pueden recibir ante determinados modelos de belleza. Se trata de que se pongan un 'impermeable'», afirma.
Comer en familia y con los móviles lejos
Bujalance recomienda hacer al menos una comida al día con la familia como un hábito que puede proteger a los niños y jóvenes no sólo de los TCA, sino también de otras patologías, porque «fomenta el bienestar, la autoestima y una buena relación». La comida en familia, puntualiza, implica que todos los miembros estén sentados en la mesa, preferiblemente comiendo lo mismo con las cantidades correspondientes y con la televisión apagada y los móviles y las tablets, también.
La directora general de ACAB señala que, más que predicar un estilo de vida saludable entre los más menudos de la familia, «la mejor manera de educar a los hijos en la satisfacción corporal es que tú te aceptes cómo eres y te relaciones con el cuerpo bajo criterios de salud». «Lo más importante no es cuánto pesa una persona, sino el estilo de vida que lleva|trae y el estado de salud que tiene», insiste.
Qué hacer ante las señales de alerta
Cambiar los hábitos alimenticios para perder de peso; hacer comentarios despectivos hacia el propio cuerpo o aumentar de forma exagerada la actividad física son señales de alerta que pueden hacer sospechar las familias que existen conductas de riesgo o trastornos alimenticios. También, ver que desaparece mucha comida de golpe de la nevera; encontrar grandes cantidades de restos o pasarse mucho rato en el baño después de las comidas; cambios en el rendimiento académico; aislamiento social o estados de ánimo de irritación o tristeza de manera constante.
¿Pero qué tienen que hacer las familias ante esta situación? Bujalance indica que tienen que pedir atención médica especializada. El primer paso es acudir al médico de cabecera, que es quien deriva a los pacientes a las unidades especializadas. Es importante, observación, que los pacientes y las familias confíen en los especialistas que los atienden, sobre todo porque el proceso de recuperación es largo.
Normalmente son las familias las que empiezan este camino, ya que las personas afectadas no atribuyen el padecimiento que tienen al trastorno, sino a otros motivos. Las familias y los pacientes se pueden sentir solos o desorientados ante la sospecha o el diagnóstico de un trastorno de la conducta alimenticia. En este sentido, la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia ofrece orientación sobre qué recursos existen y acompaña pacientes y familias, por ejemplo a través de grupos de apoyo, en el proceso de recuperación.