Diari Més

La exalcaldesa de Sant Esteve Sesrovires: «La Guàrdia Civil podría haber entrado por una puerta donde no había nadie»

Votantes descargan de responsabilidad a los acusados y dicen que fueron a votar por «decisión personal» y sin que nadie les diera ninguna instrucción

La exalcaldesa de Sant Esteve Sesrovires, Maria del Carme Rallo, en el Tribunal Supremo.

La exalcaldesa de Sant Esteve Sesrovires, Maria del Carme Rallo, en el Tribunal Supremo.Senyal Tribunal Suprem

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La exalcaldesa de Sant Esteve Sesrovires Carme Rallo ha asegurado ante el Tribunal Supremo que el 1-O la Guardia Civil podría haber entrado en la escuela La Roureda «por la puerta de atrás», donde «no había nadie», en lugar de hacerlo por el acceso donde había ciudadanos concentrados. De hecho, Charlo ha asegurado que los agentes acabaron saliendo por aquella puerta, situada detrás del colegio. Otros votantes de aquel municipio han descargado de responsabilidad a los acusados, asegurando que decidieron ir a votar aquel día por una «decisión personal» y sin recibir ninguna instrucción por parte de nadie. Uno de ellos, Emili Gaya, ha asegurado que fue al colegio a las 5.30 de la madrugada, pero que no lo convocó «nadie». «Fui porque quise», ha dicho, «por inquietud, ganas e ilusión de estar allí».

Rallo ha explicado que la escuela La Roureda tiene varias entradas y que la Guardia Civil optó por hacerlo por «el acceso principal», aunque dejaron los coches en la puerta de atrás, que es por dónde se«marcharon». «Podrían haber entrado por la puerta de detrás, donde no había nadie», ha añadido.

La alcaldesa, que ha dicho que vio cómo le dio un golpe de porra en la cabeza, ha asegurado que ella «sólo» vio «dar golpes a la policía», y ha negado haber visto que ninguno de los concentrados amenazara a los vecinos. También ha explicado que «destrozaron bastantes cosas» dentro de la escuela, también en un edificio donde «no había ningún indicio que hubiera actividad dentro». De hecho, ha añadido que avisó a la policía local a fin de que levantaran acta de los «destrozos». Días más tarde, el consistorio lo fue a denunciar a los Mossos d'Esquadra.

Rallo ha admitido que sabía que el referéndum estaba suspendido por el TC, pero ha añadido: «La gente que estábamos en el colegio entendíamos que teníamos todo el derecho de votar, expresarnos y de manifestarnos». También ha defendido que en los colegios de su municipio «hay muchas entidades» que hacen «actividades lúdicas todos los fines de semana» en los dos colegios y al casal.

«Ningún acusado me indujo a hacer nada»

Otro testigo, Jordi Rubinart, que estuvo en el colegio La Roureda de Sant Esteve Sesrovires ha asegurado que «nunca» ha hablado ni «ha recibido instrucciones» de cabeza de los acusados al juicio del 1-O. «Sólo los conozco porque salen a los medios, nadie me indujo a hacer nada, ni estas personas ni nadie que estuviera aquel día en la escuela, fue una decisión personal», ha dicho.

Rubinart ha descrito el 1-O como «un día muy importante en sus vidas» y ha explicado la llegada de la Guardia Civil sobre las seis de la tarde. Ha explicado que los vecinos que estaban en el colegio acordaron que quien quisiera se podía sentar de forma pacífica para reivindicar el derecho a votar» ante el centro y quien quisiera se apartara, ya que había «inquietud» después de ver qué había pasado en otros municipios a lo largo de la jornada.

«Llegaron y nos empezaron a pegar», ha asegurado, diciendo que no oyó «ninguna advertencia», pero que si lo hubieran hecho «no habría dado tiempo a la gente a hacer nada». Ha cifrado entre 30 o 40 a las personas que había sentadas en el suelo, a quiénes «pegaron indiscriminadamente, a la gente más mayor, a la gente más joven, todo el mundo que se encontraba en su trayectoria». Él personalmente, ha dicho que recibió «unos cuantos golpes de porra», que se protegió la cabeza con los antebrazos y que recibió «un puñetazo en la sien». El testigo ha asegurado que los concentrados llamaban consignas como 'Queremos votar', 'Vergüenza' o 'Somos gente de paz', a pesar de admitir a la abogacía del Estado que si hubo algún insulto «no es el que predominaba». «Cuando se está pegando a la gente es razonable que alguien quizás diga algún insulto», ha dicho.

Un «batallón» de guardias civiles

Otro testigo, Emili Gaya, ha descrito la llegada de la Guardia Civil como un «batallón». «Era realmente impresionante, tengo una edad y he ido a muchas manifestaciones, algunas preconstitucionales, y nunca había visto una formación de estas características», ha dicho. Gaya ha añadido que eso creó «sorpresa» entre los vecinos que estaban en el colegio, que «espontáneamente se agruparon ante la escuela».

Gaya ha asegurado que la actuación empezó con «una carga totalmente desproporcionada sobre las personas que estaban allí hasta aquel momento con una actitud pacífica y festiva», que recibieron «golpes de porra a diestro y siniestro» mientras cantaban 'Somos gente de paz' y estaban con los «brazos alzados». Él mismo ha explicado que recibió «un golpe en la cabeza», que cayó al suelo y que personas que lo intentaron ayudar también «fueron víctimas de golpes de porra» en aquel momento. El testigo ha admitido que, «fruto de la indignación», llamó a algún insulto, pero que eran «esporádicos».

Este testigo también ha explicado la existencia de otra puerta en la parte sur, donde ha dicho que vio entrar a algunos agentes de paisano que llevaban cámaras mientras había la actuación de los antidisturbios al otro lado.

Gaya ha explicado que llegó al colegio a las 05.30 de la madrugada «por inquietud, ganas e ilusión de estar allí», pero que no recibió «ninguna consigna, requerimiento ni orden». «No nos convocó nadie, fui porque quise, no había ninguna hora concreta ni cabe motivo concreto», ha asegurado. El testigo ha dicho conocer la suspensión del referéndum y el auto del TSJC, pero ha defendido que decidió implicarse en la jornada por su «derecho de expresarse a través del voto». «Sé que había una convocatoria y una ley del referéndum aprobada por el Parlament, sobre lo que yo presté más atención», ha concluido.

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