Sociedad
Una ley permitirá transformar un cadáver en dos carretillas de compuesto en los EE.UU.
El proyecto ha estado confirmando por el estado de Washington y sólo le falta la firma del gobernador
Hace pocos días llegaba a la mesa|tabla de Jay Inslee, gobernador del estado de Washington, en los EE.UU., un proyecto de ley para permitir que la «reducción orgánica natural» sea una alternativa responsable con el medio ambiente a los actuales métodos ofrecidos en las funerarias. Lo explica el diario 20 minutos.
La idea fue aprobada la semana anterior por el Senado y sólo falta la firma del gobernador para dar el consentimiento al hecho que, a partir de lo el 1 de mayo de 2020, entre en vigor la llamada Ley de Composta Humana.
Sus impulsores afirman que se trata de una «nueva forma de acabar con el final de la vida». Hasta ahora cuando algún familiar moría existían dos opciones: incinerarlo o enterrarlo. No obstante, con el 'recomposting' existe otra alternativa.
El proceso es muy sencillo, consiste en dejar el cadáver durante 4-7 semanas a una temperatura de entorno a los 55 °C. El calor provoca que las bacterias y microbios aceleren su ritmo vital y sean capaces de descomponer a mayor velocidad los restos humanos. El resultado, en lugar de en cenizas, son dos carretillas (0,75 metros cúbicos) de abono orgánico y una notoria reducción de la huella de carbono.
Katherine Spade, fundadora de la empresa Recompose, fue la primera a empezar el proyecto. La idea surgió mientras estudiaba agricultura en la Universidad de Massachussets Amherst.
Nina Schoen, una de sus promotoras, declaró a la BBC que «lo más importante es que mi cuerpo pueda devolverle a la Tierra lo que hizo por mí cuando estaba viva». Su principal interés es ecológico, pero derivaría en el fin de la prohibición de despejarse las cenizas en lugares públicos al tratarse de tierra fértil. De esta manera, además de conservar el abono en urnas como si se tratara de cenizas, se podrá usar como tierra en la cual crezcan las flores del jardín.
Spade, también impulsora de la ley, explicaba que «es una nueva forma de actitud ante la muerte». Además, de verlo como una manera diferente al habitual argumenta que ecológicamente es una opción mucho más «verde». Y es que el proceso requiere una octava parte de la energía necesaria en una cremación y tiene un impacto menor en la huella de carbono al absorber durante el proceso una parte significativa de este.
No obstante, es posible que su implantación, leyes aparte, vaya a retrasarse a causa de sus altos costes y a la costumbre al país con respecto a los métodos tradicionales. En 2018, según datos de NFDA (Asociación de Directores de Funerarias Americanas), el 53,5% de los estadounidenses escogería incinerar a sus familiares, enfrente del 40% que optaría por el entierro. Unas cifras que pueden explicarse sobre la base de sus costes.
Anteriormente ya se había legislado y dado el visto bueno al uso de un proceso similar a la cremación cuya principal diferencia es el uso del agua como elemento principal. El calor, la presión, el agua y determinados químicos sobre el cuerpo dan lugar a pequeños fragmentos similares a las cenizas. El uso de esta técnica fue aprobado por 20 estados de los EE.UU., entre los cuales se encuentra Washington, en su última enmienda.