Sociedad
El acoso escolar sigue teniendo secuelas cuarenta años después de sufrirlo
Las víctimas son más propensas a sufrir obesidad, depresión, diabetes y la esperanza de vida es menor
Los niños que han sido acosados en el colegio siguen estando en riesgo social y de salud cuarenta años después de haber estado expuestos y, además, esos menores tienen más probabilidades de ser objeto de acoso laboral en la edad adulta.
Lo ha asegurado este viernes el director de psiquiatría y salud mental del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid, el doctor Celso Arango, quien ha subrayado que «las consecuencias del acoso escolar se pueden manifestar décadas después de haberlo sufrido».
En su intervención en el XVIII seminario Lundbeck «Bullying y Mobbing. La huella del acoso en la salud mental», Arango ha apuntado que haber sufrido acoso escolar aumenta entre 2 y 3 veces el riesgo de sufrir depresión, que puede aparecer en la infancia o muchos años más tarde.
Además, tienen más probabilidades de tener obesidad o diabetes a lo largo de la vida y un riesgo aumentado de suicidio. La esperanza de vida media también es menor.
Según ha señalado, el acoso produce cambios en el cerebro que provocan que la víctima tenga dificultades para afrontar situaciones estresantes a lo largo de la vida.
Afecta al 18 % de los chicos y al 10 % de las chicas, es más frecuente en primaria que en la ESO y el más utilizado es el verbal (insultos o amenazas), seguido del físico, si bien el ciberacoso va en aumento.
«Hoy 24 de mayo habrá más de mil niños en este país que van a ser acosados por parte de sus compañeros», ha advertido este experto, quien ha señalado que los casos que se ven en las consultas son solo la punta del iceberg de lo que ha calificado como «un problema de salud pública».
Una dura situación que lleva a muchos niños a «pasar todo el recreo encerrados en el cuarto de baño».
Según este psiquiatra, el factor que más aumenta el riesgo de ser acosado es el hecho de ser diferente al resto. Ser inmigrante, tener una discapacidad física o psíquica u obesidad son algunos de los factores que predisponen a ser víctima.
Además, ha recalcado que la figura del acosado-acosador se da en un 20-30 % de los casos, por lo que «hay que trabajar con todos».
Para hacer frente al acoso escolar, el primer paso es hablar de ello. De hecho, según un estudio publicado en la revista The Lancet, el bulliyng se da menos en las familias que cenan juntas.
Además, es necesario un plan nacional. «Es una auténtica vergüenza que en este país no lo haya»al contrario que ocurre en muchos otros, ha lamentado.
En el seminario se ha puesto de relieve la relación entre acoso escolar y laboral, puesto que haber sido acosado de niño aumenta el riesgo de sufrirlo en la edad adulta.
Es el caso de Juan, de 41 años y con un trastorno del autismo leve. «En el colegio no me daba cuenta, pero al llegar al instituto las acciones fueron más graves. Me ponían chinchetas y petardos en la silla, me tiraban bolas, me daban empujones».
«Intentaba a toda costa no estar con esas personas escondiéndome en mis lugares favoritos, el baño o la biblioteca».
La situación se volvió a repetir en el trabajo donde lo sufrió durante 11 años. «Cuando pedí ayuda a un sindicato me contestaron que allí eso era normal».
«Nadie hace ni dice nada», denuncia Juan, que llegó a tener depresión y ansiedad, dolores de cabeza y de espalda, aunque «afortunadamente»ha podido salir de «esa situación tan dura».
Dada la relación entre ambos, el doctor Arango ha considerado que «la mejor prevención del acoso laboral se puede hacer en los colegios».
Al igual que ocurre con el bullying, haber sido acosado en el trabajo puede tener efectos a largo plazo en la salud mental hasta cinco años después, entre ellos, depresión, trastornos de ansiedad e ideación suicida, ha explicado Rosa Gutiérrez, jefa del servicio de salud mental del Hospital Universitario Infanta Sofía de Madrid.
La prevalencia oscila en torno al 14% de las personas laboralmente activas y tanto víctimas como acosadores suelen ser mayoritariamente varones.
Aunque solo el 61% de los afectados piden ayuda, la doctora Gutiérrez ha recordado que está penado y ha señalado que todas las empresas tienen la obligación de tener un protocolo de actuación y darlo a conocer entre sus empleados.
Ambos expertos han coincidido en señalar que la relación entre bullying y mobbing y depresión es bidireccional: los problemas de salud mental son el resultado del acoso, pero aumentan la susceptibilidad al mismo.