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Cultura

Los festivales de música piden un calendario: «No daremos pasos en falso»

Quieren saber las pautas que habrá que seguir de ahora en adelante

La cantante Suu con el nombre del grupo de fondo durante su concierto en el Festival Acústica de Figueres el 29 de agosto de 2019.

Espectáculos del Festival del Circo Elefante de Oro y del Cirque du Soleil, entre las propuestas culturales desde casaACN

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«Incertidumbre» es el cartel que cuelga estos días en los principales festivales musicales, cuyos promotores exigen al Gobierno un calendario para poder organizarse, tal como han hecho las librerías después de la nueva fecha de Sant Jordi: «No daremos pasos en falso hasta que tengamos una normativa clara».

Así lo han reiterado una vez y otra a la Generalitat y al Ministerio de Cultura en las sucesivas reuniones que han mantenido en los últimos días, en las cuales, según fuentes conocedoras de estos encuentros, se ha impuesto un grito unánime: los festivales necesitan una fecha límite para arrancar.

«Necesitamos saber de qué mal tenemos que morir para estudiar la viabilidad de los proyectos», ha señalado en una entrevista a Efe el director de The Project, Tito Ramoneda, cuya promotora gestiona, entre otros, los festivales Porta Ferrada, Guitar BCN, De Cajón y de Jazz de Barcelona, que de momento siguen en pies a la espera del que puedan alargarse las restricciones por el coronavirus.

Ramoneda, así como la mayoría de promotores, piden respuestas al Ejecutivo para poder abordar la coyuntura que atraviesa el sector, en el cual «centenares de miles de trabajadores tienen sus empleos en total suspenso», y empezar a tomar decisiones sabiendo las pautas que tendrán que seguir de ahora en adelante. «Lo que no haremos será dar pasos en falso. Hasta que no tengamos una normativa clara no moveremos más fichas», ha asegurado este promotor.

Y es que, como ha enfatizado, a diferencia de otros acontecimientos, los festivales son «lógicamente concentraciones de personas», una actividad que en estos momentos está prohibida y sin expectativas de poder reanudar pronto.

Por eso, ha continuado, «esta incertidumbre nos hace imposible saber con certeza como tendremos que actuar» aunque, entre los escenarios más plausibles, consideran la posibilidad de recortar los aforos, mantener distancias de seguridad, controles sanitarios en los accesos o el uso obligatorio de máscaras.

No obstante, estas restricciones hacen emerger otras dudas de las cuales todavía no tienen respuestas: ¿Serán viables y, sobre todo, rentables estas medidas? ¿Es posible mantener las distancias de pie? ¿Estarán dispuestos a viajar los artistas internacionales? ¿Tendrá dinero el público para gastarlo en cultura?

«Es evidente que la afectación será manifiesta y que habrá un antes y un después en la manera de hacer festivales, pero la incertidumbre no nos permite valorarlo todavía», ha indicado Ramoneda, quién ha insistido en que, después de la COVID-19, surgirá «un nuevo escenario con muchos factores que son una incógnita».

Por eso, los promotores han urgido a las administraciones a dar más pautas en el sector, en la línea de lo que ha ocurrido en el ámbito literario al pactar una nueva fecha para celebrar Sant Jordi en Cataluña, y recalcan que si es posible conmemorar en julio el día del libro con la «masificación» que comporta, el «lógico» es que también se permitan los festivales.

«Necesitamos una fecha para poder trabajar, sea en positivo o en negativo», ha indicado la directora del Canet Rock, Gemma Recoder, quiénes ha asegurado que ya van contrarreloj porque estos acontecimientos se celebran sobre todo en verano.

«Como mucho podemos estirar hasta septiembre u octubre, pero después es mucho más complicado por el clima», ha afirmado, antes de lamentar la «incertidumbre absoluta» en la cual se encuentran sumidos.

No obstante y más allá de cómo tengan que reinventarse los festivales después de la pandemia, Recoder ha lanzado una cuestión quizás más relevante: «Sobrevivirá el sector a la crisis del coronavirus?».

Después de un festival, hay toda una red muy importante de trabajadores que están en peligro. Si no se pueden dar conciertos, quizás no aguantan las empresas de sonido, las que montan escenarios, luces, los backliners, las de seguridad o incluso los que alquilan lavabos», ha apuntado.

Ha resaltado así la importancia de poner a su disposición inmediatamente una línea de ayudas para artistas y empresas del sector, lo mismo, ha subrayado, que nos está ayudando a afrontar la cuarentena.

«La música, los libros, las películas nos están salvando de la oscuridad y el aburrimiento absoluto estos días de confinamiento. Un mundo sin cultura es un mundo oscuro», ha dicho para alertar de los «problemas económicos gravísimos» que puede generar la «desprotección» de estas compañías.

Precisamente, sobre la falta de luz ha incidido el director del Festival de Cap Roig, Juli Guiu, al subrayar que los empresarios musicales van «a ciegas»: «Necesitamos concreción, pero todavía no tenemos ni certezas, ni horizontes ni calendario».

Guiu ha confirmado que la mayoría de promotores ya cuentan con planes|planos «A, B y C», pero están a la espera de las «directrices» del Gobierno para saber cuál llevar a cabo y no «divagar» sobre hipótesis futuras.

«Suficiente trabajo tenemos, y como locos vamos ya recolocando conciertos como para plantearnos cosas que no sabemos», ha sostenido, antes de asegurar que esta situación ha unido al sector «más que nunca» y ha transformado además de uno.

«Ahora ya no somos empresarios musicales. Somos bomberos: nos pasamos todo el día apagando fuegos», ha bromeado Guiu.

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