Sociedad
Las ciudades europeas se adaptan a la vida con la covid-19 con más espacio para peatones
Expertos en movilidad defienden que los cambios son positivos, pero dudan de su continuidad
La aversión a las aglomeraciones en tiempo de coronavirus empuja las capitales europeas a reinventar la movilidad urbana. Siguiendo los pasos de Berlín o Nueva York, grandes ciudades de Europa como Milán, París y ahora Barcelona dan más protagonismo a la bicicleta y los peatones. Aprovechando el estado de alarma y las restricciones, algunos gobiernos locales han puesto más carriles, prohibido la circulación a los centros urbanos o desanimado el uso del transporte público y el coche. En declaraciones en el ACN, el asesor municipal Matthias van Wijnendaele y el experto en movilidad Imre Keseru defienden que estos cambios son positivos pero creen que ahora el reto será mantenerlos una vez pase la crisis de la covid-19.
Profesor y experto en movilidad urbana en el Centro de Investigación de Movilidad (MOBI) de la Vrije Universiteit Brussel (VUB), Keseru asegura que los ayuntamientos están dando más apoyo a la bici y a los peatones durante el periodo de transición hacia la «nueva normalidad» porque pueden «justificar» este tipo de intervención.
«En tiempos normales hay muchas objeciones a estas iniciativas y por eso se tarda muchos años y pasa de forma gradual, no rápidamente como», apunta.
Berlín y Nueva York fueron las primeras a poner carriles bici de emergencia para facilitar la movilidad durante la pandemia, una tendencia que ahora se está extendiendo a Europa.
París prevé crear rutas ciclistas coincidiendo con las tres líneas de metro más transitadas y, por ejemplo, ya ha limitado la circulación de coches en una de las principales vías de la ciudad que ahora tiene varios carriles por|para bicicletas. La alcaldesa de la capital francesa no descarta mantener algunas medidas si tienen éxito.
En Milán, la capital de la región italiana más afectada por la covid-19, también se están aumentando los espacios para pasear e ir en bicicleta.
Si bien durante el confinamiento cerró el servicio del Bicing, Barcelona ahora ha puesto en marcha un plan de acción para crear 30.000 m2 nuevos para los peatones, hacer 17 intervenciones de mejora en carriles bus y poner 21 nuevos kilómetros de carriles bici en 10 vías de la ciudad. Justo esta semana el Ayuntamiento ha iniciado las primeras actuaciones para adaptar el espacio público y la movilidad de la ciudad al desconfinamiento progresivo.
El asesor de movilidad, Matthias van Wijnendaele asegura que el cierre del servicio público de bicicletas en Barcelona y Madrid no se ha visto en ninguna otra ciudad europea, pero celebra su reapertura y los cambios anunciados por el consistorio de Ada Colau.
El caso de Bruselas
En la capital europea han optado por crear 40 kilòmetres más de carriles bici para desincentivar el uso del transporte público. Por ejemplo, esta semana Bruselas ha puesto un carril adicional en una de sus vías más transitadas y que atraviesa el barrio europeo, Rue de la Loi.
En paralelo, el gobierno regional de Bruselas ha prometido facilitar la distribución de bicicletas a los ciudadanos colaborando con tiendas y operadores que las prestan. La responsable de movilidad en Bruselas, Elke Van den Brandt, alertó recientemente de que si la gente coge más el coche para evitar el transporte público, empeorará el tráfico y la polución. «La congestión, la contaminación del aire y la inseguridad vial no son la salida a una crisis de salud», dijo.
Matthias van Wijnendaele, asesor de movilidad para el gobierno regional de Bruselas, cree que «es un paso muy importante» para la capital belga. Según él, durante el confinamiento se ha detectado un aumento del uso de la bicicleta y una disminución del tráfico de coches y de los desplazamientos con bus, tram o metro.
La bici como alternativa
Wijnendaele reivindica la bici no sólo como un método de transporte durante los confinamientos sino también para la desescalada. Si bien no cree que el transporte público sea un «peligro» para los ciudadanos, admite que el metro, el bus o el tram serán «opciones menos atractivas por la distancia social que se recomienda en los próximos meses o incluso años». «Las bicis convencionales y eléctricas son una alternativa sostenible y sana», defensa.
De hecho, Europa ya ha empezado a ver los efectos de unas ciudades menos congestionadas. En los últimos dos meses la contaminación ha caído significativamente a muchas ciudades por la reducción del tráfico, según la Agencia Europea del Medio Ambiente. En algunas como Barcelona, Lisboa o París ha disminuido casi un 50%.
Dudas sobre su continuidad
Sin embargo, Keseru es escéptico sobre la continuidad de esta política. «La pregunta es si los cambios serán permanentes, si los gobiernos locales los mantendrán en el futuro», plantea. Además, no tiene claro que los usuarios se mantengan fieles a este tipo de movilidad.
Como la gente no podía ir muy lejos durante el confinamiento, la bici y andar han sido buenas opciones, pero Keseru prevé que si ahora se tiene que mover «entre 10 y 20 kilómetros para ir al trabajo» ya no lo serán.
«Hay más posibilidades que cambien del transporte público en el coche», alerta. Para Keseru, si aumenta el tráfico, la bici todavía perderá a más adeptos por la inseguridad de transitar en vías concurridas. Pone el ejemplo de la China donde dice que ha caído el uso del transporte público y se ha duplicado el del coche.
Por eso, reivindica otras medidas más allá de instalar nuevos carriles. «Hace falta una estrategia más compleja que poner un carril», defiende.
Por otra parte, Keseru cree que las protestas por el cambio climático pueden propiciar que los gobiernos locales avancen hacia un modelo más sostenible y «amable» de ciudad donde bicis y peatones tengan más espacio y los coches pierdan protagonismo. «La gente que vive en las ciudades pide estos cambios y no creo que se puedan detener en el futuro», pronostica.