Un experto en seguridad acuática apunta que reducir el aforo de las playas «será vital» este verano
Ramsès Martí dice que «el mejor rescate» será «el que no se tendrá que hacer» porque no hay epis adaptadas
Por eso, propone a los municipios plantearse mides como controlar el aforo, reducir la zona de baño o priorizar derivar asistencias menores como heridas. «Es complicado pero es la situación que tenemos», admite al ACN. Según él, sumar a las tareas del socorrista fiscalizar la distancia entre toallas «es asumir un riesgo que no corresponde», ya que los profesionales están «para que la gente no se ahogue». «I no se poca cosa», observación. Por eso, cree que «la carta que jugará a favor de los socorristas» es reducir el aforo.
«Los socorristas no son agentes cívicos ni auxiliares de policía, no tienen esta autoridad», dice recordando que necesitan a la Guardia Urbana para poder echar gente del agua. Además, ve «conflictivo» mezclar funciones y apunta que a quien corresponde es a las autoridades.
Menos asistencias in situ
Varios ayuntamientos lo han contactado estos días para empezar a diseñar como adaptarán al servicio, en la gran mayoría de casos, externalizado en empresas del sector.
Martí, que es asesor en servicios de vigilancia y salvamento, aconseja medidas en diferentes ámbitos. En el informativo, propone paneles vistosos o banderas que recuerden la existencia del coronavirus y hacer un uso racionalizado de la megafonía en las playas. También pide poner especial atención a la actuación con duchas, rentapeus o lavabos, puntos donde la gente se acumula y son posibles focos de infección.
Con respecto a las funciones propias de los socorristas, Martí afirma que un porcentaje muy elevado de las asistencias sanitarias que hacen son leves, comopuede ser una picadura o una herida. Si era habitual tratarlas allí mismo, en las casetas o módulos, el experto indica que a partir de ahora cada vez que se atienda una persona en un espacio hará falta limpiarlo y desinfectarlo. «Este verano quizás no tocaría atender lesiones menores por parte de los socorristas», admite.
Como propuesta, plantea valorarlas a distancia, recomendar algún tipo de cuidado y derivarlas. Siempre que sean lesiones menores, es decir, de lo que supongan ningún problema para la vida.
Falta de protocolos de rescate adaptados
Por otra parte, también apuesta por reforzar los servicios de vigilancia y salvamento y ofrecer los equipos de protección adecuados. En el caso de los vigilantes de tierra, por ejemplo, el uso de mascarillas, gafas de sol o batas, si se interacciona con usuarios. Para los rescates o intervenciones en el agua, recuerda que no existen equipos adaptados pero sugiere el uso de una máscara de buceo y un tubo. «Es un medio de fortuna pero ahora mismo no disponemos de ninguna otra cosa», asegura.
Martí recuerda que un rescate acuático hecho correctamente implica un remolque de la persona ahogada en el cual hay un «contacto directo, piel con piel» en qué los dos ninguno están muy próximos. «Estás al lado de la boca y la nariz», dice.
Por eso, alerta, una vez el socorrista salga del agua con el ahogado, tendrá que ser otro profesional quien se encargue de iniciar maniobras de reanimación con todo el equipamiento de protección necesario. «Quien tendrá que hacerlo es un equipo de refuerzo», comenta.
Ramsès, que ha trabajado durante cerca de veinte años de socorrista, recuerda que son un colectivo «bastante olvidados en sueldo, en consideración social y en protección laboral». De momento, dice, en algún caso se ha hecho formación pero muy centrada en el uso de epis. «Faltan protocolos para cómo hacer los rescates utilizando máscara y tubo y protocolos para que toda intervención en el agua tenga un refuerzo inmediato de gente equipada», reivindica.
Avisa de que se demorará de la asistencia
En más, advierte que la situación generada por el coronavirus y la necesidad de adaptar los servicios de salvamento a las nuevas circunstancias «será negado para los ahogados porque se demorará la asistencia».
Por otra parte, el experto en seguridad acuática remarca que los socorristas están preocupados «porque lo vivirán en su propia piel» y avisa de que los ayuntamientos tienen un desconocimiento de la realidad técnica y profesional de lo que es la vigilancia de una playa», sobre todo para la externalización.
Por eso, espera que las medidas se tomen teniendo en cuenta la opinión de los expertos y pensando tanto en la protección de las personas que vayan a la playa como de aquellos que trabajen.