Diari Més

¿Cómo se cuentan los muertos de COVID en Cataluña?

Son números, pero detrás de cada uno de ellos hay personas, familias, amigos. Muchísimo sufrimiento.

Una profesional sanitaria coge una muestra para hacer una prueba de coronavirus al Hospital Clínico de Barcelona.

El Ministerio de Sanidad cifra en 19.400 a los profesionales sanitarios infectados por coronavirusACN

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«Desbarajuste» y «confusión» son epítetos dedicados a los datos sobre difuntos y contagios que difunde diariamente la Generalitat, si bien la virulencia de la pandemia ha roto todos los esquemas y el departamento de Salud ha tenido que modificar el criterio de recuento al menos dos veces.

El cómputo del número de fallecidos tanto en Cataluña como en el resto de España ha provocado durante los últimos días polémicas, malentendidos y, sobre todo, desconcierto por los cambios de criterio a la hora de cuantificarlos. ¿Cómo se cuentan los difuntos?

Las matemáticas siguen siendo exactas, aunque es cierto que la excepcionalidad de la pandemia ha destapado una gran carencia en la administración pública: no disponía de un sistema fiable, riguroso y rápido para conocer cuántas personas mueren cada día y su causa.

Estas cifras se recogían trimestralmente para su uso estadístico a largo plazo y los hospitales y centros sanitarios únicamente tenían que notificar diariamente los diagnósticos de enfermedades de declaración obligatoria para detectar epidemias, como la gripe, brotes de sarampión, tuberculosis u otras enfermedades contagiosas.

El sistema hacía que la administración contase los fallecimientos «en diferido» a través de los partes de defunción que llegan a los registros civiles y desde allí al INE, con un desfase de días importante, y que sólo tuviera información de los pacientes que morían en centros hospitalarios.

Pero la virulencia del coronavirus sorprendió a los epidemiólogos, que sólo disponían de datos diferidos entre 7 y 14 días de mortalidad aproximada por la epidemia y notificada sólo por el sistema de salud, por lo que desconocían cuántas personas morían en sus domicilios, en residencias geriátricas o en sociosanitarios.

Así, desde el 7 de marzo, cuando en Cataluña se registraron las dos primeras víctimas de COVID, Salud informaba del incremento de fallecimientos diariamente aunque sin poder precisar cuándo se había producido efectivamente el óbito.

Tampoco el registro civil, bloqueado por la pandemia, ha ayudado a resolver el recuento de víctimas, por lo que la Generalitat decidió recurrir a las funerarias para que le comunicaran todos los fallecimientos y especificar si en el certificado de defunción consta el motivo como COVID o con sintomatología compatible.

Este cambio de criterio adoptado el 15 de abril introdujo más confusión, porque el Ministerio de Sanidad sólo considera fallecido por COVID los casos confirmados, con lo que Cataluña suma más fallecidos que otra CCAA al incluir también los sintomáticos.

Además, en la semana de 15 de abril cada día morían entre 200 y 300 personas, lo que hizo que las funerarias, desbordadas, no pudieran reportar puntualmente los datos a la Generalitat, por lo que también llegaban en diferido, con excesivos días de retraso y no siempre con todo el rigor científico por falta de recursos.

Complicado así el recuento, el 18 de mayo Salud descubrió un error de comunicación de un laboratorio de pruebas PCR que comunicó como positivos resultados que no eran concluyentes, lo que obligó a corregir a la baja 3.000 positivos detectados.

Esta corrección originó un nuevo desconcierto sobre el rigor de los datos y se agravó al día siguiente, cuando Salud detectó fallecimientos que se habían notificado dos veces o que se habían adjudicado a regiones sanitarias en las que realmente no vivían.

Los técnicos del departamento TIC de Salud, que manejan la recepción y recuento informático de fallecidos, revisaron los casos y tuvieron que reclasificar muchos difuntos que habían muerto, por ejemplo, en hospitales de Barcelona, pero que en realidad vivían y se habían contagiado en otras provincias y habían sido trasladados por su gravedad a los grandes hospitales barceloneses.

Esta reclasificación y depuración de datos volvió a hacer «bailar» las cifras durante varios días.

También resulta complejo, tanto el Ministerio como la Generalitat, cuantificar los contagios positivos porque en la mayoría de casos se desconocía si el positivo se refería al día del inicio de los síntomas, al que se le hacía la prueba o al que obtenía el resultado.

Por ello Salud decidió el pasado día 25 de mayo dejar de informar sobre el número de casos sospechosos que comunican los centros sanitarios y sólo ofrece los positivos confirmados por PCR.

Ello ha llevado a la Generalitat, que ya dispone de un listado exhaustivo con nombres y apellidos y NIF de todos los fallecidos confirmados por COVID o con síntomas, a idear un nuevo sistema que los clasifica por el día en que realmente consta que murieron según el parte de defunción, aunque le llegue con días de retraso.

Así ha constatado que los dos primeros fallecimientos por COVID en Cataluña ocurrieron el 7 de marzo, que el día con mayor mortandad en sólo 24 horas fue el 30 de marzo -412 fallecidos- y que entre el 26 de marzo y el 12 de abril hubo más de 300 defunciones diarias.

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