Ciencia
Localizados entre la colección de una familia dos fragmentos del meteorito de Barcelona que cayó en 1704
Los fragmentos estaban en el gabinete de curiosidades de la familia Salvador habían pasado desapercibidos durante tres siglos
El meteorito de Barcelona dio lugar a numerosas predicciones y supersticiones. Los partidarios del Archiduque Carles de Austria lo interpretaron como una señal de Dios en favor suyo, mientras que los partidarios de Felipe V lo consideraron una advertencia a los catalanes por la usurpación de la casa de Austria.
El estudio contiene una descripción petrográfica y geoquímica que ha revelado que los fragmentos, constituidos mayoritariamente por silicatos y pequeñas partículas metálicas; corresponden a una condrita ordinaria, de lacual se desprende que el meteorito proviene de un asteroide primitivo entre las órbitas de Marte y Júpiter.
Se trata del séptimo meteorito más antiguo que se conserva en todo el mundo y el tercero más antiguo conservado en Europa. Para su estudio con detalle se han utilizado técnicas adelantadas como análisis como tomografía de rayos X, microscopia electrónica y microsonda electrónica.
Los autores han comparado los restos del meteorito de Barcelona con los cuatro meteoritos que se conoce que han caído o se han encontrado en Cataluña (Caídos: Nulles (Alt Camp) 1851 y Cañellas (Garraf) 1861; Encontrados: Girona, 1899 y Garraf, 1905). El estudio concluye que ninguno de estos fragmentos pueden ser confundidos con el meteorito de 1704.
Los dos fragmentos, de 50 y 34 gramos de peso, respectivamente, se han encontrado en un tarro de cristal mientras se catalogaba la colección Salvador. El sobre dentro del tarro contenía una etiqueta incompleta y medio borrada donde todavía se podía leer (Pe [d] ra [que ca] ygué d’un [..] [..] u es [..]en [..]y 1704).
La familia Salvador fue una estirpe de boticarios y botánicos que desde comienzos del s. XVII hasta mediados del s. XIX reunieron una biblioteca y unas colecciones científicas muy importantes y mantuvieron un gabinete de curiosidades en la trastienda de su botica de la calle Ample de Barcelona. Los gabinetes de curiosidades, que proliferaron en Europa desde el Renacimiento hasta al fin de la Ilustración, jugaron un papel fundamental en la elaboración y transmisión de conocimiento sobre la naturaleza durante tres siglos. El espacio de la calle Ample ya no existe, pero el Instituto Botánico de Barcelona conserva todo el mobiliario y las estanterías, una biblioteca con más de 1.500 volúmenes, un herbario único con casi 5.000 pliegues, unos 14.000 especímenes de los reinos animal, vegetal y mineral, así como diarios de viaje y numerosa correspondencia, todo de una extraordinaria valía científica.