Sucesos
La madre que mató a la hija de 10 años en Girona ahogándola en la bañera después de drogarla, a juicio
El fiscal pide prisión permanente revisable por asesinato, el primer caso que llega a la Audiencia de Girona
Según el guion del juicio, el lunes por la mañana estará la constitución del jurado popular, una vez hayan escogido los miembros que se encargarán de emitir el veredicto. Por la tarde, estarán las alegaciones previas y empezarán a declarar testigos e investigadores de los Mossos d'Esquadra.
El martes, será el turno de las periciales, tanto de los forenses que hicieron la autopsia de la víctima como de los peritos que hicieron la valoración psiquiátrica de la acusada. No se prevé que la procesada declare hasta el miércoles por la mañana. Después de las conclusiones y los informes del fiscal, la acusación particular y la defensa, la previsión es entregar el objeto del veredicto al jurado jueves por la mañana, cuando se retirará a deliberar.
Plan premeditado
El fiscal Enrique Barata sostiene que la acusada, Maria Àngels F. C., mató a la hija siguiendo un «plan previamente ideado»: «La mañana del día de los hechos, compró en la farmacia tres cajas de un fármaco ansiolítico, aprovechando que lo tenía prescit para ella».
Después de recoger a la niña en clases de mecanografía, devolvieron en casa, un piso de la ronda Ferran Puig de Girona. «Siguiendo el plan oculto de matar a la niña, hacia las dos de la tarde disolvió unas 80 cápsulas de lormetazepam en un vaso de agua», añade el fiscal que subraya que la mujer utilizó pastillas que ya tenía en casa y las que había comprado unas horas antes.
La mujer, sigue relatando al fiscal, hizo que la pequeña se bebiera el agua con las pastillas diluidas. Barata apunta que, incluso, tuvo que vencer las «reticencias» de la niña que no se lo quería beber: «Le insistió en varias ocasiones y la convencer para que se bebiera la práctica totalidad del contenido del vaso, diciéndole que era para mejorar sus problemas de mal de garganta».
Poco después de ingerir el líquido, la niña quedó inconsciente en el sofá del comedor. Estuvo entonces cuando la acusada sumergió a la víctima en la bañera. «Con la intención de consumar su plan y matar a su hija, la introdujo dentro de la bañera y la sujetó y presionar para mantenerla en el fondo, hasta producirle la muerte,» añade el fiscal.
Después de perpetrar el crimen, el ministerio fiscal concreta que la mujer se puso en contacto con un amigo virtual a través de las redes sociales. Era las 14.18 horas cuando contactó con un periodista del Diario de Girona y le confesó los hechos. Media hora después, la mujer llamó al teléfono de emergencias 112.
Cuando los servicios sanitarios llegaron al domicilio, intentaron reanimar a la pequeña «durante varias horas» pero no consiguieron que reaccionara. La trasladaron al hospital Trueta de Girona donde, finalmente, certificaron la muerte horas después.
El fiscal Enrique Barata acusa a la madre de un delito de asesinato a persona especialmente vulnerable, con una agravante de parentesco y una atenuante de confesión. Solicita que le impongan la pena de prisión permanente revisable. En concepto de responsabilidad civil, quiere que indemnice al padre de la pequeña con 200.000 euros pordaños morales.
La acusación particular, 20 años
El padre de la menor se ha personado como acusación particular de la mano de los abogados Óscar Álvarez y Óscar Ballester. No solicitan, sin embargo, prisión permanente revisable para la parricida. Aunque el relato de los hechos coincide con el del fiscal, la acusación particular apunta que la mujer sufría un trastorno mental que le afectó a las capacidades el 30 de diciembre del 2019.
La acusación particular recoge que la mujer sufría un trastorno depresivo por el cual había sido ingresada en el parque hospitalario Martí i Julià de Salt, de donde recibió el alta el 24 de diciembre. Tres días después y tres días antes del crimen, devolvió en urgencias para alertar de que tenía «ideas raras, así como un claro y palmario ideario suicida».
Aunque en su historial «figura un trastorno mental grave», la acusación expone que decidieron volver a darle el alta sin tener en cuenta que hacía días que no se tomaba la medicación y senas «informar a ningún familiar próximo» del riesgo que podía suponer. «A pesar de saber que estaba divorciada y tenía una hija menor de edad, tampoco le preguntaron si la niña estaba a su cargo», añaden.
En nombre del padre de la víctima, Álvarez y Ballester acusan a la parricida de un delito de asesinato con una agravante de parentesco y una atenuante de alteración psíquica y solicitan 20 años de prisión. En concepto de responsabilidad civil, piden 300.000 euros de indemnización y consideran del Instituto de Asistencia Sanitaria (IAS) también tendría que responder como responsable civil.
La defensa, encabezada por el letrado David Muñoz, sostiene que la mujer tenía las capacidades volitivas y cognitivas totalmente anuladas por el trastorno mental. El abogado señala que la misma acusada reconoció y confesó los hechos, pero considera que no puede ser responsable penal por falta de imputablidad. Por eso, solicita que le apliquen una eximente completa de alteración psíquica y que lo absuelvan, previendo la medida de seguridad de internamiento en un centro psiquiátrico para continuar el tratamiento.