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Descubren un nuevo significado oculto en el cuadro de la Mona Lisa

El secreto está a fijarse dónde está sentada La Gioconda

La Gioconda (Da Vinci, 1504)

Descubren un nuevo significado oculto en el cuadro de la Mona Lisa

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La Mona Lisa, también conocida como La Gioconda, es sin lugar a dudas la obra pictórica más famosa de la historia del arte. Pintada por Leonardo da Vinci entre 1503 y 1506 (aunque se sabe que el genio renacentista trabajó en ella hasta 1517), es cada día fotografiada por miles de turistas en el parisino Museo del Louvre.

Gran parte de su encanto reside en los numerosos enigmas que la rodean. Aunque se da por seguro que representa a Lisa Gherardini, esposa del comerciante de sedas florentino Francesco del Giocondo, la identidad, el gesto o la simbología del retrato más famoso de la historia siguen despertando la curiosidad de historiadores del arte y amantes de la pintura en general.

El pasado 12 de febrero, la BBC publicó un reportaje firmado por el crítico de arte estadunidense Kelly Grovier, en el que arroja luz nueva sobre la obra, apuntando a un detalle oculto que puede dotar al cuadro de un significado hasta ahora soslayado.

«¿Cuántos de nosotros hemos notado alguna vez conscientemente el objeto del cuadro que está más cerca de nosotros que cualquier otro: la silla en la que se sienta la misteriosa mujer?», se pregunta Grovier.

«No importa que sea lo único que la modelo de Leonardo agarra con su mano (literalmente todos los dedos de su mano la tocan o señalan), la silla seguramente debe ser el aspecto que más pasa desapercibido de una pintura que ha sido sobreobservada», escribe el crítico. «Escondida a simple vista, también puede ser la flecha que nos señala el camino hacia los significados más profundos de la obra», revela.

«Al girar su mirada ligeramente hacia la izquierda para encontrarse con la nuestra, la Mona Lisa no está sentada en cualquier banco o taburete viejo, sino en la conocida popularmente como silla pozzetto», dice Grovier.

«Con el significado de 'pozo pequeño', el pozzetto introduce un sutil simbolismo en la narración que es tan revelador como inesperado», prosigue. «De repente, las aguas que vemos serpenteando con un movimiento laberíntico detrás de la Mona Lisa (ya sea que pertenezcan a un paisaje real, como el valle del río italiano Arno, como creen algunos historiadores, o enteramente imaginarias, como sostienen otros) ya no están distantes y desconectados de la modelo, sino que son un recurso esencial que sustenta su existencia. Literalmente fluyen hacia ella», revela Grovier.

«Al situar a la Mona Lisa dentro de un 'pozo pequeño', Da Vinci la transforma en una dimensión siempre fluctuante del universo físico que ocupa», añade este historiador del arte. «La Mona Lisa no está sentada frente a un paisaje. Ella es el paisaje», agrega.

«Al igual que con todos los símbolos visuales empleados por Leonardo, la silla pozzetto es multivalente y sirve más que simplemente para vincular a la Mona Lisa con la conocida fascinación del artista por las fuerzas hidrológicas que dan forma a la Tierra», continúa Grovier.

«La sutil insinuación de un 'pocito' en la pintura como el canal a través del cual la Mona Lisa emerge a la conciencia reposiciona la pintura por completo en el discurso cultural», explica el historiador. «Este ya no es un retrato simplemente secular, sino algo espiritualmente más complejo», añade.

Grovier recuerda que existen numerosas representaciones en la historia del arte de mujeres y pozos. «Pero quizás el paralelo más pertinente entre la Mona Lisa de Da Vinci y los precursores pictóricos es uno que se puede dibujar con las muchas representaciones de un episodio bíblico en el que Jesús se encuentra en un pozo manteniendo una conversación críptica con una mujer de Samaria», reflexiona Grovier.

«Al colocar a su modelo metafóricamente dentro del pozo, Da Vinci confunde la tradición y sugiere, en cambio, una fusión de los reinos materiales y espirituales, una difuminación del aquí y del más allá, en un plano compartido de creación eterna. En la apasionante narrativa de Da Vinci, la Mona Lisa es ella misma una milagrosa ola de 'agua viva', serenamente contenta al ser consciente de su propia e intensa infinitud», concluye.

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