Salud
El 'odio a los sonidos', un trastorno psicológico que se ha agravado con el confinamiento
Las personas que lo sufren no soportan determinados sonidos cotidianos que siguen un patrón, como masticar o toser
El confinamiento por la covid empeoró el bienestar y los síntomas psicológicos de las personas con misofonía, sobre todo en mujeres, según un estudio clínico hecho por investigadoras de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y que publica la revista 'Frontiers in Psychiatry'.
La misofonía, conocida también como «odio a los sonidos», es un desorden neuropsicológico que provoca un fuerte malestar emocional y físico ante determinados sonidos cotidianos que siguen un patrón, como masticar, toser, sonarse, chirriar, golpear, etc.
En cada persona con misofonía se pueden identificar los registros auditivos y visuales ante los cuales responde aversivamente, unos registros que le pueden generar odio, rabia, hostilidad o ansiedad y llevarla a cambiar sus hábitos para evitarlos.
La investigación se hizo con una muestra de 325 pacientes habituales de un centro médico-psicológico de Barcelona, un 35% de los cuales (114 personas, 37% mujeres y 31% hombres) con misofonía.
En su estudio, Antonia Ferrer-Torres y Lydia Giménez-Llort, psicóloga clínica y catedrática en Psiquiatría, respectivamente, ambas de la Unidad de Psicología Médica del Departamento de Psiquiatría y Medicina Legal y del Instituto de Neurociencias (INc-UAB), analizaron el número y motivos de consulta, actitudes y síntomas de los pacientes en entre marzo-junio de 2020 y entre septiembre-diciembre de 2019.
Los resultados muestran que el número de consultas en las personas con misofonía aumentó de 137 a 2.373, mientras que en el resto de los pacientes el incremento fue de 141 a 411.
También aumentaron los motivos de las consultas, y entre los pacientes con misofonía mostraron una mayor referencia al aumento de conflictos interpersonales, dentro de la familia y de las comunidades de vecinos debido a determinados sonidos.
Según el estudio, aumentaron también las consultas por problemas psicológicos por la falta de comprensión del trastorno entre familiares, vecindario y entorno laboral.
La hipervigilancia e hipersensibilidad a los estímulos, junto con la necesidad de hacer actividades físicas y vivir con «normalidad» en una situación atípica, fue referida por algunas de las personas estudiadas como un «cóctel molotov» para su bienestar emocional.
«Los trastornos del sueño y hostilidad, depresión y somatización se agravaron en estas personas en comparación con las evaluaciones anteriores», ha subrayado Antonia Ferrer-Torres, que ha especificado que otros síntomas que se vieron aumentados también fueron la psicoactividad, ansiedad y el impulso obsesivo-compulsivo.
Además, las mujeres presentaron un peor estado en ocho de los nueve síntomas psicológicos estudiados.
Los trastornos de sueño fueron los que tuvieron un mayor aumento en ellas, mientras que en los hombres el aumento más significativo fue la hostilidad.
Otra conclusión del trabajo es que las personas con misofonía mostraron más preocupación hacia su salud.
Así, el 54% de los pacientes sin misofonía habituales de la consulta canceló sus citas durante marzo y abril de 2020, alegando diversos motivos, pero el 99% de las personas con este trastorno persistieron a través de la teleasistencia por su miedo a empeorar.
«Y lo que es más importante, se autoconfinaron una vez acabó el periodo de reclusión estricta, en un intento de autoprotegerse de los riesgos relacionados con la covid, por lo que la necesidad de ayuda para lograr una mejor gestión psicológica de estos escenarios clínicos fue aún más notoria», ha apuntado Lydia Giménez-Llort, directora del estudio.
Según las investigadoras, la misofonía es un desorden neurofisiológico y de comportamiento de origen multifactorial que está infradiagnosticado, por lo que necesita más divulgación.