Sucesos
Peces adictos a la metanfetamina: otra consecuencia de la contaminación del agua
Investigadores de la República Checa alertan de la peligrosidad de que estas sustancias no se disuelvan completamente en el organismo
La contaminación existente en determinados ríos, normalmente ubicados en zonas urbanas, puede provocar que algunos peces se vuelvan adictos a algunas drogas, según asegura un estudio en la revista científica Journal of Experimental Biology.
Un grupo de científicos de la República Checa han elaborado esta investigación que alerta de la peligrosidad de que estas sustancias no se disuelvan completamente en el organismo.
La ONU estima que alrededor de 269 millones consumen drogas anualmente, perjudicando su salud. Sin embargo, este efecto negativo va más allá.
Al no disolverse por completo estas sustancias, se expulsan mediante la orina o las heces, que acaban fluyendo hasta los ríos.
Allí, han comprobado que animales como la trucha marrón, pueden llegar a volverse a adictos a drogas como la metanfetamina.
Para obtener estos resultados separaron en dos grupos a varios ejemplares de este animal: unos vivieron en agua limpia y otros en agua con metanfetamina, con una concentración de un microgramo por litro.
Tras ocho semanas en estas condiciones, reunificaron de nuevo a todos los peces en un tanque que era atravesado por dos corrientes de agua: una de ellas limpia y otra contenía metanfetamina.
El 50,5% de los peces que anteriormente habían permanecido en el agua que contenía esta sustancia, pasaron la mayor parte del tiempo en la segunda corriente.
Además, el haber vivido en un agua que albergaba esta droga provocó que los ejemplares se movieran con una lentitud extrema 96 horas de haber abandonado este recinto. Algo que podría venir derivado de un síndrome de abstinencia por estar sometido a un gran nivel de estrés o ansiedad.
A nivel cerebral, los investigadores también observaron diferencias, comparables a las circunstancias que presentan los humanos cuando son adictos. La metanfetamina estuvo presente en el tejido cerebral hasta 10 días después de su última exposición a la droga.
Estos resultados preocupan a los expertos medioambientales porque su exposición a estas sustancias podrían provocar una amenaza para la supervivencia de la especie al no poder desarrollar sus actividades diarias con fluidez.