Erupción La Palma
Por qué no se puede predecir cuándo deja de erupcionar un volcán
El volcán de Cumbre Vieja de la Palma lleva casi dos meses en activo
Hace casi dos meses que el volcán de Cumbre Vieja entró en erupción en la isla canaria de La Palma arrasando con todo a su paso: más de 1.400 edificaciones, carreteras y cultivos como plantaciones de plátanos. Desde entonces, la lava ha cubierto más de mil hectáreas de superficie y ha llegado al mar en varias fajanas que han dibujado un nuevo perfil en la costa de La Palma.
Si bien este viernes se había producido un descenso en la sismicidad de niveles intermedios, los expertos que vigilan su evolución insisten en que los procesos volcánicos son cambiantes y pueden tener fases de mayor o menor actividad, sin que esta haya cesado.
Si bien el inicio de una erupción se puede llegar a pronosticar a partir de monitoreos en su actividad durante un periodo de tiempo, no hay indicios para determinar cuándo será su final. «No vale mirar a corto plazo, sino mirar las tendencias a largo plazo», subrayaba este viernes en rueda de prensa la portavoz científica del Pevolca, María José Blanco, sobre el volcán de La Palma.
¿Por qué es tan difícil de predecir el final de un volcán? Según el vulcanólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN) Stravos Meletlidis, el proceso de cambio de un volcán es «continuo y complejo, que puede tener pausas, cambios de actividad o cambio de la energía».
Tampoco se sabe cuánto magma hay en el interior del volcán para que siga la erupción. «No vemos el sistema más profundo», apunta el geofísico Maurizio Ripepe, de la Universidad de Florencia, en declaraciones que recoge Gizmodo.
Si bien el magma se acumula cerca de la superficie cuando un volcán está a punto de erupcionar, el suministro de magma es alimentado por roca fundida de zonas muy profundas, por lo que «no tenemos forma en este momento de entender cuánto magma saldrá del sistema más profundo», indica Ripepe.
Mike Poland, científico del Observatorio del Volcán Yellowstone del Servicio Geológico de EE UU, sostiene que «la mejor indicación de un final puede provenir de la evolución de la tasa de erupción», si bien «hay algunos ejemplos en los que eso no funciona en absoluto, y el mejor que se me ocurre es Kīlauea en 2018».