Sucesos
El Supremo mantiene la condena al acusado de violar e intentar quemar viva a su pareja en San Sebastián
El TS ha confirmado la condena de 15 años al considerar que la declaración de la víctima reunía «los requisitos para erigirse como prueba apta para desvirtuar la presunción de inocencia»
El Tribunal Supremo (TS) ha mantenido la pena de quince años y tres meses de cárcel al hombre que fue condenado por la Audiencia de Gipuzkoa por violar en San Sebastián en junio de 2019 a su novia, a la que también intentó quemar viva prendiendo fuego al edredón y a las almohadas de la cama en la que se encontraba.
Tras el juicio por estos hechos, que tuvo lugar a puerta cerrada en noviembre del año pasado, la Sección Tercera de la Audiencia encontró al acusado culpable de sendos delitos de violación, homicidio en grado de tentativa, maltrato habitual, amenazas condicionales e injurias, con la agravante de parentesco y de género en varios de ellos, así como con la atenuante de embriaguez.
La defensa del procesado recurrió esta decisión ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV), alegando que la única prueba en su contra era la declaración de la víctima y que, entre otros argumentos, no se había tenido en cuenta la «escasa carga emocional» del «relato de los hechos» que hizo la mujer y que un testigo la había definido como «fría y manipuladora».
No obstante, el Tribunal Superior de Justicia, desestimó el recurso al entender que la «convicción» condenatoria a la que había llegado la Audiencia de Gipuzkoa fue «razonada, razonable y racional» a la «luz» de la prueba que se practicó en el juicio.
Ante esta decisión, la defensa decidió acudir al TS, que ahora ha vuelto a confirmar la condena ya que, según indica el alto tribunal, la Audiencia de Gipuzkoa analizó «ampliamente» la declaración de la víctima, que reunía «los requisitos para erigirse como prueba apta para desvirtuar la presunción de inocencia» del hombre.
El Tribunal Supremo insiste además en que en el procedimiento judicial ha existido «prueba de cargo bastante» contra el inculpado.
Los hechos se remontan al 28 de junio de 2019, cuando el procesado se acostó en la cama junto a la víctima en una vivienda de San Sebastián y le pidió que iniciaran una relación sexual, a lo que ella se negó.
Según la sentencia del caso, el inculpado agarró entonces «con fuerza de las manos» a la mujer, le propinó varias bofetadas, le dijo que iba a «follarla muy duro» y, «con ánimo de satisfacer sus deseos sexuales», la violó.
Al día siguiente de este incidente, la perjudicada le manifestó su deseo de finalizar la relación de pareja, aunque posteriormente, a finales de mes, ambos reanudaron su vínculo sentimental, hasta que el 23 de octubre el inculpado inició una discusión en el domicilio, al tiempo que le exhibía un cuchillo de cocina para obligarla a comer un plato de carne y le insultaba con expresiones como «falsa» y «traidora».
A continuación, el hombre abandonó la vivienda, a la que regresó sobre las 4.00 horas con una botella de whisky en la mano, tras lo que cogió el teléfono móvil de la víctima y lo lanzó al suelo para «evitar que pidiera ayuda».
Posteriormente, el encausado «prendió fuego con un mechero al edredón con el que ella se tapaba», a la vez que le advertía de que iba a «quemarla entera», si bien la víctima consiguió apagar las llamas con una botella de agua.
Unas horas después, sobre las 7.45 horas, el procesado volvió a calar fuego con un mechero al edredón y a las almohadas, sobre las que vertió whisky de la botella que tenía «para que ardieran más rápido», mientras aseguraba que allí iban a «acabar los dos» y propinaba un empujón a la víctima para impedirle salir del domicilio, a pesar de lo cual la mujer logró «huir del lugar».
Poco después, el acusado fue detenido por agentes de la Guardia Municipal, a uno de los cuales le dijo, durante su traslado a comisaría, que tenía «muchas novias» pero que con esta «zorra, hija de puta» debía «zanjarlo antes de entrar en la cárcel, dentro de una semana». «Lo he hecho con alcohol, he rociado alcohol y he tirado el piti», confesó el hombre al policía.