Las reservas de agua en Cataluña caen por debajo del 60%

Las reservas de agua en Cataluña han caído por debajo del 60% y actualmente se encuentran al 56% de su capacidad. El mismo periodo del año pasado se encontraban al 85%, un escenario que desde la Agencia Catalana del Agua (ACA) califican de «preocupante». Se trata de una situación que viene derivada de la falta de lluvias y que deja zonas como Siurana, Boadella o Riudecanyes con bajadas muy significativas con respecto a los volúmenes de los embalses. Según la jefe del departamento de gestión de recursos hídricos al ACA, Enrique Velasco, quedan pendientes del agua que se pueda recoger durante la primavera para poder atender las demandas del verano». Desde los últimos meses del 2021 los recursos hídricos de Cataluña han ido bajando de forma suave, pero lo han hecho progresivamente. Un escenario que deja las reservas por debajo del 60%, 50% o, incluso, algunas por debajo del 40% de su volumen total. Unas cifras bien diferentes de las de hace un año, cuando la mayoría de pantanos y reservas estaban por encima del 80%.

Entre las zonas donde más preocupa este descenso está la comarca del Alt Empordà, dondeBoadella por debajo de la mitad de su capacidad total (41%), la franja que va de la costa del Empordà al Bages, y también una pequeña parte de Anoia y el Penedès. En todos estos puntos se han activado ya alertas y prealertas, sin descartar que se pueda ir intensificando y extienden a otras localizaciones.

Las reservas de agua en los embalses de la concadel Segre están también por debajo de lo que sería habitual en estas fechas porla escasez de lluvias durante el invierno. Rialb se encuentra al 43% de su capacidad, y Oliana al 55,46%.

«Las lluvias del mes de noviembre no afectaron a las cabecerasdonde se encuentran los embalses, y sólo sirvieron para recuperar un poco algunos acuíferos», señala Velasco, «de momento sigue sin llover e incluso los acuíferos que habían subido, han vuelto a bajar de nuevo». En este sentido, el ACA define la situación de «preocupante», teniendo en cuenta que no se sabe a ciencia cierta que pasará los meses de marzo y abril, mientras que el consumo irá aumentando de cara al verano.

ParaVelasco, en casos como estos hay que alargar el agua que está «el máximo de tiempo posible» con el objetivo de incrementar las posibilidades que, cuando llueva, se recupere.

Así, sostiene que en casos de normalidad o prealerta se realizan tareas de carácter preventivo, como por ejemplo incrementar el agua desalinizada. También se da un repaso de los pozos de sequía (activados sólo en estos casos), y se comunica a los municipios que los revisen en caso de que llegue la sequía. «En la situación de prealerta se pide una preparación», apunta.

Por otra parte, si la situación se alarga y empeora se prevén otras peticiones más encaradas a la ciudadanía, como por ejemplo la indicación de no regar los jardines, limitar el uso de las fuentes naturales, no limpiar los coches en las calles y no llenar las piscinas. «Hay cuestiones de consumo superfluo que porsu reducción implican una molestia mínima», añade. Otra de las peticiones se hace en referencia a los usos agrícolas o industriales, que se tienen que reducir en un 5% en un escenario de alerta.

La última sequía

Velasco subraya que la última sequía que se vivió en Cataluña tuvo lugar en el 2008 y duró más de tres años. Pasados los años celebra que si se repitiera esta situación actualmente se dispone de un plande sequía, que se convertiría en una hoja de ruta. «Anteriormente, no lo teníamos e íbamos con decretos legislativos», recuerda, «costaba implementar, pero ahora, por el contrario, todo el mundo conoce el plan». Por eso, cree, que es más fácil «ponerse de acuerdo» y perfilar todavía más los mecanismos de cara a las próximas sequías.

Con respecto a las tendencias y las futuras previsiones, Velasco señala que los científicos ponen sobre la mesa la posibilidad de que pueda llover menos» en ciertas zonas, como por ejemplo al interior del país. En las zonas costeras, en cambio, se notaría menos o, incluso, podría darse un pequeño incremento.

Lo que sí que están notando ya es un cambio de dinámica con respecto a las lluvias, que cada vez se vuelven más fuertes y breves. «Cuando llueve a golpe se aprovecha menos», lamenta, «se incrementa la biomasa y el bosque se lleva una buena parte de esta agua que no va a parar en el río».