Las Universidades crean nuevos servicios de soporte emocional por el aumento de peticiones

En este contexto, la UB puso en marcha un servicio psicológico a principios de este curso para dar apoyo emocional a los miembros de la comunidad educativa de la universidad que lo necesiten. De septiembre a febrero, el servicio ha atendido a 132 personas y ha hecho seguimiento. La mayoría (88%) son estudiantes de grado y un 10%, investigadores predoctorales en formación. Se ha atendido una consulta de personal de la universidad.

Los investigadores predoctorales en formación es un colectivo de las comunidades universitarias que pasa a menudo desapercibido pero que trabaja en unas condiciones muy exigentes y que se enfrentan a mucha incertidumbre profesional a pesar de estar forjando un currículum especializado y de alto nivel. La vicerrectora de Estudiantes de la UB pone énfasis como colectivo afectado por problemas emocionales, porque tienen un trabajo «muy demandante» con un sueldo «justo» y «viven bajo mucha presión y mucho estrés».

Para el servicio, la UB ha contratado a dos psicólogos que prestan atención telefónica de aquellas necesidades que puedan tener los estudiantes que se ponemos en contacto. Es un servicio gratuito y, después de esta primera atención, hacen un seguimiento de la situación.

En caso de detectar que a detrás de la consulta hay un problema que requiere una intervención de más profundidad, derivan a esta persona en la clínica psicológica, que se creó en el 2020 y que está formada por servicios que funcionan desde hace tiempo, como la Unidad de terapia de conducta –en este caso, el servicio sí que es de pago, con un precio reducido para la comunidad de la UB.

La Universidad Autónoma de Barcelona puso en marcha a mediados del 2021 una unidad de 'coaching' o acompañamiento a los estudiantes. El doctor Joan Deus, catedrático de Evaluación Psicológica y coordinador asistencial del servicio, señala que han notado un aumento de los estudiantes que, sin tener ningún trastorno, han generado reacciones emocionales que los han descompensado y los dificultan los estudios delante los cambios sustanciales que han afrontado en los últimos dos años porla pandemia.

«Han tenido clases presenciales, después telemáticas. Los hábitos y las dinámicas de estudios han quedado trastocados en muchos casos», destaca. Este servicio atiende cada semana una media de cuatro o cinco visitas y forma parte de la unidad de estrés y salud del Servicio de Psicología y Logopedia (SPL) de la Facultad de Psicología de la UAB.

El SPL atiende sobre todo la comunidad universitaria, tanto estudiantes como docentes y personal administrativo y de servicios (PASO) –el campus es formado por unas 50.000 personas-, pero también da asistencia a la población de los municipios del entorno, como son Cerdanyola del Vallès, Rubí, Terrassa, Sabadell y Sant Cugat.

El SPL se puso en marcha en el 2018 y lo componen varias unidades especializadas tanto de psicología como de logopedia. En el caso de psicología, tiene seis unidades especializadas y que en muchos casos son de referencia en Cataluña y el estado español: en trastornos de conducta alimentaria; situaciones de crisis y de conflicto; psicogénero; de psicología forense –que participa en procedimientos penales y civil para determinar cuáles pueden ser los regímenes más adecuados de custodia; neuropsicología y la de salud y estrés.

Durante el 2021, el SPL ha atendido un centenar de primeras visitas y aproximadamente el 85% son de miembros del campus. De estas, la mayoría, un 90% son de estudiantes de grado y de tercer grado y el resto, de profesores o personal administrativo. El servicio tiene una primera asistencia gratuita para los miembros del campus de la UAB. Las siguientes visitas son de pago, si bien Debes indica que el rectorado está trabajando para financiar aquellos casos que no puedan pagar las visitas. «El servicio es muy reciente y se está gestionando este tema. La universidad está preocupada por los problemas de salto mental y el servicio puede dar una respuesta», recalca.

Estrés, ansiedad y miedos

Las situaciones que llevan a los estudiantes u otros miembros de la comunidad universitaria a contactar con el servicio son muy diferentes y no sólo son consecuencia de la pandemia. La vicerrectora de Estudiantes y Participación de la UB indica que el porcentaje más alto de consultas es porestrés y ansiedad: «Hay muchos casos en que las personas están estresadas, preocupadas o agobiades y necesitan hablar con alguien que los escuche y que les dé consejos y recursos». En otros casos, detectan posibles situaciones de depresión, trastornos de la conducta alimentaria o autolesiones y aquí es cuando se tiene que derivar la persona que ha contactado a otro servicio.

Porlo que hace al Servicio de Psicologia de l'Autònoma, entre la población que atiende, más allá de los problemas emocionales más ligados a la época estudiantil, también ha notado un incremento de las reacciones emocionales de tipo ansioso o miedos; alteraciones del estado afectivo; situaciones de rupturas familiares después de convivencias extremas durante los confinamientos y trastornos psicológicos de base que durante la pandemia se han descompensado, como por ejemplo pueden ser fobias sociales o trastornos obsesivos compulsivos que se manifiestan en la limpieza o en el miedo a contagiarse.

Más allá de la pandemia

Aunque han nacido en pandemia, la idea es mantenerlos más allá. «La pandemia lo ha magnificado todo, pero los problemas emocionales no son nuevos. La población de estudiantes tiene más riesgo de sufrir malestar. Suelen encontrarse en un entorno académico muy exigente, de competitividad, con problemas interpersonales e incertidumbres sobre el futuro laboral. La transición a la universidad y el fin de los estudios son momentos que pueden crear mucha angustia», reflexiona la vicerrectora de la UB.