El primer año de pandemia se detectaron menos casos de ansiedad y depresión en la primaria
El IDIAPJGol observa un pico en los diagnósticos de ansiedad al inicio del confinamiento pero después es inferior al esperado
Un estudio del IDIAP Jordi Gol concluye que se detectaron menos casos de ansiedad y depresión a la atención primaria durante el primer año de pandemia. Los investigadores han hecho una estimación de la incidencia esperada, que posteriormente han comparado con la realmente observada durante el año posterior al inicio del confinamiento por la covid-19. Los resultados muestran cómo la incidencia de los trastornos de ansiedad mostró un pico repentino al inicio del confinamiento y aumentó un 37% en comparación con los valores esperados. En cambio, se produjo una reducción del 16% de los diagnósticos durante los meses posteriores al confinamiento. Los diagnósticos de depresión bajaron un 46% durante el confinamiento y un 22% en meses posteriores.
El trabajo analiza los datos de más de tres millones de personas mayores de 18 años. La discrepancia entre el malestar psicológico y la reducción de los diagnóstico puede ser indicativa de un manca o de un retraso en la detección de estos trastornos. La primera autora del estudio, Berta Raventós, añade que los resultados indican que la detección de estos problemas de salud mental todavía no se ha recuperado de los efectos negativos de la pandemia.
Por otra parte, se observa una mayor afectación de estos problemas entre mujeres, adultos jóvenes y habitantes de zonas urbanas desfavorecidas. Las reducciones en los diagnósticos en estos grupos son «especialmente preocupantes», según Raventós, que punta que precisamente son los grupos que habían sido identificados como unos de los más afectados por la pandemia a nivel de salud mental.
El estudio sugiere también que las personas de 18 a 34 años eran el único grupo de edad con aumentos significativos de trastornos de ansiedad durante el último trimestre del 2020 y primero del 2021 en comparación con los mismos periodos de 2018 y 2019. Los investigadores apuntan que el empeoramiento de la salud mental de este colectivo se explica por la interrupción drástica de su vida diaria, tanto educativa como social.
Los investigadores alertan de que el estudio pone sobre la mesa que puede haber un gran número de trastornos que no han sido diagnosticados ni tratados. Eso podría ocasionar un incremento en la demanda de servicios de salud mental, un mayor uso de los servicios de emergencia debido a problemas de salud mental y un mayor riesgo de suicidio.