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Medio ambiente

En Andalussia y Catalunya es donde hay más territorio en riesgo de desertización del Estado

Se calcula que actualmente el 74% del territorio español está en riesgo de desertización, sobre todo por pérdida de suelo agrícola

La seuqera es uno de los factores que interviene en la desertización del territorio.

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El borrador de la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación, cuya consulta pública acaba mañana martes, avisa de que casi tres cuartas partes del territorio español -un 74 %- se encuentran en riesgo de desertificación, con Andalucía y Cataluña a la cabeza en cuanto a «procesos erosivos de gran calado».

Un proceso que está provocado por diversas causas, aunque, según el documento publicado por el Ministerio de Transición Ecológica (Miteco), las más recurrentes son la actividad humana y el cambio climático, y se traduce en la progresiva degradación de las tierras de zonas subhúmedas, semiáridas y áridas.

Según afirma el borrador, la desertificación se ha acelerado además en los últimos años por motivos fundamentalmente socioeconómicos como el cambio en el uso agrario del suelo a superficies artificiales, la conversión de cultivos de secano en cultivos de regadío y el incremento en el número de explotaciones ganaderas intensivas.

Especialmente grave parece la salinización de los suelos en España. El informe anterior, publicado hace diez años, señalaba que un 3 % aproximadamente presentaban un grado severo que restringía fuertemente su utilización económica, pero los últimos datos apuntan a que el territorio afectado es ya del 10 %.

No obstante, se precisa que la información disponible «es muy dispersa y difícil de integrar por diferencias en las mediciones y metodologías del monitoreo».

En cuanto a la aridez de los suelos, se incrementa en la mayor parte de la zona centro y este peninsular -Madrid, Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana-, además de Extremadura y zonas montañosas de Andalucía, aunque las autonomías en las que se ha detectado mayor porcentaje de «procesos erosivos de gran calado» son Andalucía y Cataluña.

Así, estima que Málaga y Barcelona pierden cada año en torno a 90 toneladas por hectárea por año de suelo agrícola.

Respecto a los recursos hídricos, el texto prevé una disminución de su disponibilidad «de acuerdo con la mayor parte de las proyecciones», de manera más intensa en el sur peninsular y los archipiélagos canario y balear.

Con esta perspectiva, el Miteco estima también un aumento del número de días al año con «peligro de incendios forestales de riesgo alto y extremo».

Varios especialistas ambientales consultados por EFE, como el portavoz de Greenpeace, Julio Barea, se han felicitado por la elaboración de este diagnóstico para conocer «con exactitud» la situación de la desertificación en España, pero creen que sólo servirá si se toman «medidas políticas» para paliar la situación, como «racionalizar y disminuir el número de cultivos en España».

«Ser la huerta de Europa nos acabará condenando, en no demasiado tiempo, a ser el desierto de Europa», ya que «todos los planes hidrológicos autonómicos estimulan el aumento en la superficie de regadío, hasta el punto de animar a usar una cantidad de agua con la que no contamos» en realidad, según Barea.

Gabriel del Barrio, de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), también considera que «el auténtico problema a solucionar es de naturaleza sociocultural», puesto que la desertificación «encierra una paradoja que no está presente en otros desafíos ecológicos: los procesos que la originan están produciendo riqueza en la población local».

Por eso, «una parte de la sociedad es reluctante a combatirla, ya que ello implicaría renunciar a los beneficios económicos de actividades como la ganadería o el regadío intensivos».

Ambos expertos han advertido de que la desertificación es «irreversible a escala humana», porque una zona afectada «necesita miles de años para recuperarse por completo».

Pese a ello, la estrategia plantea varias propuestas de acción, entre las que destacan la «forestación y restauración de la cubierta vegetal», la «modernización de los regadíos» o el «fomento, desarrollo y aplicación en las explotaciones agrarias de medidas dirigidas al uso sostenible de los recursos naturales».

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