Un estudio niega que los suplementos alimentarios funcionen para prevenir el cáncer
Investigadores de los Estados Unidos indican que algunos podrían tener efectos negativos
El cáncer es uno de los principales males de nuestro tiempo, a medida que en muchos países desarrollados se convierte en una de las principales causas de mortalidad. Además, se trata de una enfermedad compleja de tratar y, por desgracia, no existe ningún remedio milagroso frente a ella.
Y es que, precisamente, existe un sector que a menudo parece prometer algo así. Es el de los suplementos alimenticios, unos productos que anuncian beneficios, con mayor o menor evidencia detrás, en todo tipo de áreas de nuestra salud: la cardiovascular, la cognitiva, el rendimiento deportivo... por supuesto, no faltan los que dicen que ayudan a prevenir el cáncer.
De hecho, son varios los estudios científicos que ya han apuntado a que estas supuestas propiedades no se ven reflejadas en la práctica real. En esta línea, la revista científica JAMA ha publicado una declaración del Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos norteamericano en la cual actualiza sus recomendaciones respecto al uso de suplementos en la prevención del cáncer y las enfermedades cardiovasculares.
En ella no sólo ponen en tela de juicio los beneficios anunciados por los fabricantes de estos productos, sino que incluso apuntan a que varios de ellos podrían tener incluso efectos negativos. Es el caso de los betacarotenos (que, dice, podrían incluso aumentar el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular o cáncer de pulmón) o la vitamina E. Igualmente, afirma que ciertas vitaminas, incluyendo la A y la D, pueden resultar perjudiciales en dosis elevadas.
Lo cierto es que el mundo de los suplementos dietéticos es muy amplio y variado, y cada caso puede ser diferente. Además, de cara a aprobar su venta pasan por una serie de controles que, en todo caso, asegura que no tienen efectos negativos graves a corto plazo y dentro de las dosis recomendadas.
Aún así, lo cierto es que esta categoría adolece de un nivel de regulación muy inferior al de otros productos sanitarios, que afecta al proceso de desarrollo y a aspectos tales como la consistencia de la composición de cada píldora, el etiquetado o la publicidad.
Por ello, los autores del documento recuerdan que estos productos son lo que son: son complementos a la alimentación (tampoco sustitutos: remarcan que, por ejemplo, un multivitamínico no puede sustituir una fruta o una verdura, como el uso de suplementos no puede sustituir una dieta equilibrada) que en un momento dado pueden resultar marginalmente beneficiosos, pero que en ningún caso está avalado científicamente su uso en el tratamiento o la prevención de enfermedades y que nunca deberían ser un sustituto o distracción frente a la atención médica real.