Cataluña pierde 100 cines en los últimos 20 años
Uno de los motivos es la caída de espectadores a causa de la piratería y la irrupción de las plataformas
Cataluña perdió 100 cines desde el año 2000 en el 2020, según un análisis de ACN a partir de los anuarios estadísticos del departamento de Cultura de las últimas décadas. Los datos, todavía no disponibles para este año y el pasado, reflejan que en el 2000 había 237 cines por todo el país, y que la cifra no ha parado de bajar desde entonces hasta los 137 de hace dos años, un 42% menos. El número de salas ha sufrido un retroceso del 18% desde el 2010, y ya hace años que cuatro comarcas no tienen ninguno: la Alta Ribagorça, el Pallars Sobirà, la Segarra y el Pla de l'Estany. Por el contrario, la densidad de pantallas ha ido al alza, cosa que muestra una tendencia hacia los multicines en detrimento de los equipamientos con una única sala.
Entre el 2000 y el 2005, 45 cines desaparecieron. La cifra se estabilizó en los siguientes cinco años, pero a partir del 2011 los cierres se sucedieron hasta llegar a los 137 del 2020. Si bien la caída media en las últimas dos décadas se sitúa en el 42% en Cataluña, supera el 50% en siete comarcas.
Por ejemplo, en la Selva, de ocho se ha pasado a uno, mientras que en la Garrotxa y en el Pla d'Urgell tenían tres y hace dos años también quedaba sólo uno en cada comarca. En el Alt Penedès y Osona han caído de cinco a dos y, en el Baix Penedès, de ocho a tres. El Barcelonès también está por encima de la media, pasando de 57 a 26, una caída de más de la mitad en el mismo periodo (54%). La segunda comarca que tiene más, el Baix Llobregat, ha pasado de 13 a 11, un decrecimiento más leve.
Con respecto a salas, la tendencia estaba yendo al alza en el 2000, cuando había 668, y tocó techo en el 2010 con 809 y en el 2011 con 813. A partir de entonces, el número de pantallas por cada cine ha ido bajando hasta situarse en las 664, a niveles muy similares a los del final del siglo pasado. En la segunda mitad de la década pasada, la tendencia se acentuó, con una pérdida del 16% de salas.
Pérdida de espectadores
Uno de los motivos de la tendencia a la baja en la oferta de cines es la caída de espectadores, como indica el presidente del Gremio de Cines, Camilo Tarrazón, en declaraciones a ACN. De hecho, en el 2001 las salas de cine tocaban techo con 31,8 millones de entradas vendidas en Cataluña, pero el dato cayó en picado durante la década hasta los 20 millones. La cifra de 2019 era de 19,2 millones, con cierta estabilidad comparada con los años precedentes, pero truncada el año siguiente por la pandemia.
Tarrazón justifica la situación actual como consecuencia de dos fenómenos que se han producido los últimos veinte años: la piratería, que provocó que en torno al año 2000 la gente consumiera las películas en casa de manera ilegal; y la irrupción de las plataformas.
Estas dos circunstancias han provocado un «cambio social» en la «disciplina que implica ir al cine» y una parte del público «se haya acomodado» a la oferta que le llega a casa. «Muchos espectadores se han ido quedando por el camino», apunta. Según el presidente de los exhibidores catalanes, eso ha provocado que el cine como «fenómeno cultural» ha perdido relevancia. Aún así, defiende que las plataformas y los cines son dos experiencias «compatibles». «El progreso de una no significa la desaparición de la otra», precisa.
Más salas por cine y distribución territorial desigual
Otra tendencia que muestran los datos de Cultura es la progresiva concentración de las salas en menos cines. Si bien en el 2000 había 2,82 por cada uno, al cabo de diez años la cifra había crecido hasta 4,33, y en el 2020 ya había 4,85 salas por cine.
Cataluña tenía 1,77 cines y 8,6 salas por cada 100.000 habitantes el año de la pandemia, pero repartidas de manera desigual. La densidad era especialmente baja en el Alt Penedès, el Berguedà, el Pla d'Urgell, Anoia y el Garraf, donde no llegaban a cinco. El Vallès Oriental se situaba en la raya de las cinco y, al otro lado de la balanza, el Baix Penedès, el Montsià, el Gironès, el Alt Camp y la Terra Alta tenían más de 15 salas por cada 100.000 habitantes.
Esta circunstancia se explica, según Francesc Vilallonga, profesor de comunicación en la Universidad Ramon Llull y gestor y programador del Cine Truffaut de Girona, porque el sector se encamina hacia una polarización: las multisalas y los cines «independientes y autorales», que ofrecen un «producto diferente» y que a menudo requieren de acompañamiento público.
A su entender, se camina hacia una polarización: por una parte, las grandes salas, que ofrecen al público muchos pases y apuestan decididamente por estrenos comerciales y las salas independientes, con circuitos de autor que congregan a un público muy cinéfilo. La parte de público que queda «en medio» de unos y otros es la que se han llevado las plataformas, espoleadas en gran parte por la pandemia.
En este sentido, constata que han desaparecido la oferta de cine en los centros de la ciudad y se concentran en el extrarradio, a excepción de Barcelona.