Investigación
Un estudio de Sant Joan de Déu alerta del impacto de la contaminación ambiental en los embriones
Los profesionales llaman a «renaturalizar» la vida de los niños y a reducir la exposición a factores nocivos en las escuelas
El observatorio FAROS de Sant Joan de Déu alerta en el último informe del impacto de la contaminación ambiental en la salud infantil, incluso en los embriones. En este sentido, la jefa de obstetricia y ginecología, Lola Gómez, avisa de que el embarazo es una «ventana de exposición» a la contaminación muy importante. La doctora apunta, incluso, que las sustancias contaminantes que llegan al feto a través de la madre también se depositan en la carga genética del futuro bebé, de manera que el impacto nocivo «se trasladará también a las siguientes generaciones». En este escenario, los profesionales llaman a «renaturalizar» la vida de madres y niños y a tomar medidas para mejorar la calidad del aire en las aulas para reducir la exposición a factores nocivos.
La doctora Gómez explica que las sustancias contaminantes que hay en el aire «actúan como hormonas» de manera compleja hasta generar un estadio inflamatorio tanto en la madre como en el ambiente que rodea el feto. «El niño está expuesto en los contaminantes que rodean a la madre», concluye. Toda esta contaminación, avisa a la doctora, puede generar también complicaciones en la salud en la edad adulta de la persona.
En este sentido, uno de los coordinadores del estudio y pediatra de Sant Joan de Déu, Quique Bassat, opina que es necesario aumentar la actividad de los niños en entornos naturales, ya que es «más beneficioso» para ellos. Gómez hace extensivo el llamamiento a las futuras madres: «Allí donde esté la madre está también el bebé dentro de la barriga». El estudio alerta de que sólo un 20% de los niños salen alguna vez al mes a jugar al aire libre y sólo un 10% va a diario al parque.
«La falta de contacto con la naturaleza impulsa el sedentarismo y actúa como un factor clave en el incremento de la obesidad, enfermedades respiratorias y cardiovasculares, trastornos de la conducta, comportamiento, atención, empeoramiento de las enfermedades crónicas o disminuye los niveles de vitamina», alerta el informe de Sant Joan de Déu.
Por otra parte, Bassat explica que ya por el hecho de ser niños, los niños son más vulnerables ante la contaminación por «inmadurez fisiológica». Los niños, detalla el pediatra, están «más expuestos a la contaminación por unidad de peso». Además, aquellos que nacen hoy, dice, estarán más expuesto a las condiciones medioambientales adversas durante más tiempo a lo largo de su vida que sus padres, que nacieron en una época con menos exposición.
«Hemos llegado a un punto que no es sostenible. Nos tenemos que convertir en activistas climáticos», exclama el pediatra. En este sentido, el director del estudio, el doctor Jaume Pérez Payarols, recuerda que «los niños son sólo el 20% de la población pero son el 100% del futuro». Es por eso que los profesionales se centran en incidir positivamente en espacios clave para el desarrollo de los niños, como el hogar, la escuela o el ocio.
En este sentido, el doctor Bassat afirma que las aulas son los espacios donde posiblemente un niño pase más horas a lo largo del día y pide que sea en las escuelas especialmente donde se trabaje para garantizar una buena calidad del aire que reduzca la exposición continuada de los niños a factores nocivos. «Es fundamental que el ambiente no sea hostil y hacen falta medidas de promoción de la calidad de vida», apunta el también pediatra de Sant Joan de Déu Marcelo Andrade.
En concreto, el informe propone plantar más árboles en los patios de las escuelas; crear muros verdes que generen sombras; y crear fuentes o zonas de juegos. El objetivo es reducir la contaminación del aire, pero también el ruido y el efecto isla de calor a la vez que favorecer la actividad física. Además, los autores del informe resaltan que transformar las zonas de juego en pequeños espacios naturales de biodiversidad también mejoran el sistema inmunitario de los niños en muy poco tiempo.
En la ciudad de Barcelona, casi el 50% de los casos de asma infantil están provocados por la contaminación del aire que se respira en la ciudad, mientras que en el mundo el 93% de los niños respiran aire que no cumple con los criterios de calidad fijados por la OMS, hecho que supone 600.000 muertes infantiles prematuras cada año.