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Un osteópata afronta 111 años de prisión acusado de abusar de 23 pacientes

Según la Fiscalía, el acusado cometió los delitos sexuales entre el 2013 y en el 2016 a un total de 23 mujeres que acudían a su consulta

Audiencia de Barcelona

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La Fiscalía pide 111 años de cárcel a un osteópata acusado de abusar sexualmente de 23 pacientes a las que presuntamente hacía tocamientos en sus partes íntimas aprovechándose de su confianza, la mayoría en tratamientos de pre y postparto, y quien se ha escudado hoy en que actuaba con fines terapéuticos.

En la sección octava de la Audiencia de Barcelona ha arrancado este martes el juicio contra el osteópata, Sergi M.P., en una vista que, tras el breve interrogatorio al acusado, proseguirá las próximas dos semanas a puerta cerrada, a petición de la Fiscalía y de las acusaciones particulares, para proteger la intimidad de las víctimas.

En concreto, la Fiscalía pide para el acusado 10 años de cárcel por un delito de abuso sexual continuado con penetración, 56 años en total por siete delitos de abuso sexual con penetración, otros 39 años en total por trece delitos de abuso sexual y 6 años en total por dos delitos de abuso sexual continuado.

Además de los 111 años de cárcel, el ministerio público pide también su inhabilitación por el mismo período y que el acusado indemnice a las víctimas con un total de 255.000 euros por los daños morales y psicológicos sufridos.

Según la Fiscalía, el acusado, que llegó a estar en prisión preventiva por este caso, cometió los delitos sexuales entre 2013 y 2016 a un total de 23 mujeres que acudían a su consulta, en su casa y en una consulta privada, en Barcelona y Sant Cugat del Vallès (Barcelona), para recibir tratamientos de osteopatía, en su mayoría de preparto y posparto.

Para el ministerio público, el osteópata se aprovechó del «principio de confianza» que las pacientes tenían con él, dado su prestigio profesional, para hacerles tocamientos íntimos sin su consentimiento.

Así, según la Fiscalía, para satisfacer sus «instintos libidinosos» Sergi M.P. se aprovechó de la facilidad que le proporcionaba el hecho de mantener con las víctimas una relación de médico a paciente, «prevaliéndose de la buena fe y de la confianza depositada por ellas en el acusado».

El acusado, diplomado en Fisioterapia, hizo tocamientos que, según la Fiscalía, no tenían «relación» con el tratamiento solicitado por las víctimas, de una de las cuales llegó a abusar sexualmente en las siete visitas que le hizo.

En algún caso, las víctimas se mostraron muy incómodas con los tocamientos íntimos a que les sometía supuestamente el osteópata, hasta el punto de que una se lo manifestó y él le dijo que «llegarían hasta donde ella quisiese», mientras que otra le pidió que dejara de hacerlo, según la Fiscalía.

El acusado también les apretaba fuertemente y, en un caso, hizo tocamientos a una de las víctimas aprovechando que se había dormido, según la Fiscalía.

La abogada de siete de las víctimas, Laia Serra, ha explicado a los periodistas que el acusado era una «eminencia» en su campo, vinculado al parto natural, y un profesional «respetado y avalado», de forma que las mujeres acudían a su consulta «con un refuerzo positivo y una confianza absoluta» hacia él.

Según la abogada, el osteópata no actuó con fines terapéuticos, ya que ello era un «pretexto, una performance», para llevar a cabo los abusos sexuales a las víctimas en su etapa vital del preparto y postparto, lo que, añadido a la «confianza absoluta con su buen hacer terapéutico», dificultó que se detectaran los abusos.

Por contra, el acusado, que en el juicio solo ha respondido a su defensa en un interrogatorio de apenas dos minutos, ha asegurado que nunca actuó con sus pacientes con ninguna finalidad que no fuese exclusivamente terapéutica y ha negado que pretendiera satisfacer sus deseos libidinosos.

«Siempre me basé en la 'lex artis' (los niveles de calidad exigibles a los servicios profesionales) y siempre he actuado para beneficiar al paciente», ha afirmado el acusado, que ha insistido en que su actuación únicamente tenía una finalidad «terapéutica».

El osteópata, que ya no ejerce y que hace años que se dio de baja como colegiado, ha remarcado que siempre ejerció su profesión «correctamente».«Puede ser que en algún momento no haya sabido hacerlo mejor. Siempre he actuado, con los conocimientos que tenía, para la finalidad del paciente, nunca para ninguna finalidad que no fuera puramente terapéutica», ha alegado.

El juicio proseguirá mañana, ya a puerta cerrada, con la declaración de las víctimas.

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