Desarrollan un test capaz de detectar el Parkinson antes de la aparición de los primeros síntomas
Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más diagnosticada de España
El párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más diagnosticada en España en la actualidad. Se trata de una condición que deteriora el sistema nervioso, provocando todo un abanico de complicaciones como temblores, dificultad para coordinar los movimientos o una reducción en el sentido del olfato.
Hasta el día de hoy, los científicos no han sido capaces de dar con una cura para el párkinson, pero sí que existen algunas estrategias capaces de ralentizar su avance. Por desgracia, la detección es muy difícil hasta la aparición de los primeros signos característicos, que ya son en gran medida irreversibles.
Ahora, una nueva investigación publicada en el prestigioso medio científico The Lancet Neurology ha arrojado que la identificación de depósitos anormales de proteínas asociados de manera específica con el párkinson usando una nueva técnica podría ayudar a adelantar la detección de la patología, mejorando el pronóstico para miles de pacientes.
Para entender cómo es posible esto, es necesario comprender uno de los rasgos fundamentales de varias de las enfermedades neurodegenerativas más comunes: los cúmulos de proteínas anormales.
En ciertas enfermedades, que incluyen el alzhéimer y el párkinson, los cerebros de los pacientes presentan una serie de depósitos (normalmente microscópicos, si bien su tamaño varía en función de la patología concreta) de formas anormales de proteínas producidas por el cuerpo. Estos depósitos, con una firma química diferenciada en función de la enfermedad, ocupan el espacio entre las células nerviosas y deterioran el funcionamiento del tejido nervioso.
En la actualidad, contamos con una técnica capaz de detectar una de las proteínas dañadas presente en los depósitos que se producen en el párkinson, la alfa-sinucleína: se trata de la SAA (siglas en inglés de ensayo de amplificación de la semilla de alfa-sinucleína).
Este estudio, por primera vez, supone una prueba a gran escala de esta técnica en más de 1.000 pacientes de párkinson, a los que se les realizó este análisis sobre muestras de fluido cerebroespinal. El test tuvo éxito a la hora de detectar incluso concentraciones muy pequeñas de alfa-sinucleína anormal (con una precisión de más del 90%, pero con ligeras variaciones en pacientes con ciertas variantes genéticas ligadas al párkinson).
Estos resultados tienen dos importantes implicaciones. Por una parte, demuestran que el análisis SAA puede emplearse como técnica sencilla de detección de la enfermedad en pacientes vivos, y por otro lado que es posible detectar este marcador del párkinson en concentraciones propias de los primeros estadios de la enfermedad, antes de que aparezcan síntomas.
Los autores subrayan lo esperanzador que esto resulta: en estas fases, una buena parte del daño cerebral puede retrasarse o evitarse, incluso con medidas tan sencillas como ciertos cambios en el estilo de vida.
Se trata de la primera vez que los científicos identifican un biomarcador objetivo que puede detectarse no sólo en individuos con un diagnóstico de la enfermedad, sino también en individuos más jóvenes que no presentan síntomas pero que están sujetos a algunos factores de riesgo.