Vigilar la tensión o el colesterol reduciría cerca del 20% de mortalidad cardiovascular
Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte y hospitalización en España
Con más de 300 defunciones al día, las enfermedades cardiovasculares (ECV) constituyen la primera causa de muerte y hospitalización en España, pero una buena parte podría evitarse si se controlaran factores de riesgo prevenibles como la hipertensión o la hipercolesterolemia.
En concreto, mantener a raya la tensión podría prevenir el 20 % de la mortalidad coronaria y el 24 % de la cerebrovascular; en el caso del colesterol, estas cifras se elevan al 21 % y al 17 %, respectivamente, según el informe «Hacia una mejor salud cardiovascular en España» encargado por Farmaindustria y presentado este miércoles.
De acuerdo con los datos ofrecidos por Juan Tamargo, catedrático de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid, las ECV afectan al 10 % de la población (4,6 millones de personas); son la primera causa de mortalidad (26,4 %) y de discapacidad, y es más alta en mujeres que en hombres (52,6 % frente al 47 %).
Solo en 2021, murieron 119.196 personas, 326 al día.
El 70 % de la carga de estas enfermedades se asocia a factores de riesgo modificables, como hipertensión, hipercolesterolemia, obesidad, diabetes, tabaquismo, sedentarismo o factores ambientales pero, como ocurre con otras patologías, su gestión se centra básicamente en el tratamiento y no en la prevención.
Al no existir un programa sistemático de diagnóstico precoz y de sus factores de riesgo, un porcentaje significativo de esa carga no se detecta; un tercio de hipertensos, unos 3 millones de españoles, desconocen que lo son.
Del mismo modo, también falla la prevención secundaria, y solo dos tercios de las unidades de cardiología ofrecen rehabilitación y una de cada diez personas son conscientes de sus niveles idóneos de colesterol.
La mayoría de las ECV no se descubre hasta que se produce un episodio agudo que, una vez termina, no siempre se coordina y mantiene la gestión a corto y largo plazo de los pacientes, con lo que muchos quedan con una afección gestionada de forma deficiente y un riesgo más alto de una repetición del episodio.
Así, entre el 20 % y el 40 % de las personas que sufren ataques cardiacos e ictus desconocían tener una enfermedad cardiovascular y entre el 25 % y el 50 % de los eventos se produce en pacientes que ya habían tenido uno.
Pese a la extendida percepción de que las ECV «están resueltas» porque ha ido disminuyendo la mortalidad, lo cierto es que, según Tamargo, «estamos en una fase de meseta» desde hace varios años.
Ante el progresivo envejecimiento de la población y aumento de la esperanza de vida, es de prever un incremento de carga al sistema, con mayores tasas de discapacidad y empeoramiento de la calidad de vida.
Representan además un enorme coste económico (el 8,31 % del gasto total público, el 0,75 % del PIB). Entre 2014 y 2020, el incremento del coste económico de las ECV fue del 20 %, hasta los 7.700 millones.
Otro problema es la enorme disparidad autonómica sobre su impacto, y mientras la tasa estandarizada por edad -con la que se mide la mortalidad- de Madrid es de 184 muertes por 100.000 habitantes en Madrid, Asturias tiene casi el doble (370). Entre medias, Galicia (352); Castilla y León (345); Aragón (310) y Andalucía (265).
Solo seis comunidades tienen un registro activo de ECV; de ellas, solo la mitad utilizan los datos con fines adicionales a la elaboración de informes.
El informe evidencia además diferencias según niveles educativos, de modo que la exposición a los factores de riesgo no es igual en todo el territorio y las tasas son menores en los profesionales de nivel más altos que en los trabajadores no cualificados.
Y por sexos, ya que las ECV matan a 7.000 mujeres más al año que hombres y los factores de riesgo específicos de ellas (preeclampsia, diabetes gestacional, cardiotoxicidad relacionada con el tratamiento del cáncer de mama, etc.) frecuentemente se ignoran en la práctica clínica.
Sin olvidar el impacto de la covid-19, pues el abandono de los programas de prevención y de la continuidad asistencial ha traído un incremento del 20 % de la mortalidad, ha destacado José Ramón González Juanatey, jefe de Servicio de Cardiología del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela.
Ante estos datos, el ministro de Sanidad, José Miñones, que ha clausurado la presentación, ha incidido en la «necesidad de progresar en estas patologías» porque la salud cardiovascular es «un reto sanitario de primer orden» que obliga a tener que replantearse su abordaje «desde la óptica de la salud pública».
«Debemos redoblar esfuerzos haciendo hincapié en los factores de riesgo relacionados con los estilos de vida» y en el seguimiento de los grandes supervivientes de las ECV, ha añadido.