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Investigación

Una nueva teoría científica revela una posible pista hasta ahora oculta sobre el origen del Stonehenge

Un estudio apunta a las propiedades sonoras que el complejo tenía cuando todas las piedras estaban de pie

Imagen de archivo de Stonehenge.

Un estudio revela que las piedras azules de Stonehenge fechan del año 3000 aCPixabay

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Recubierto de una capa de mitos tan antigua como su origen, el monumento de Stonehenge sigue fascinando tanto como seguramente ya lo hacía en la antigüedad. Sus piedras aún guardan muchos misterios, pero gracias a la ciencia ya se sabe mucho más sobre quiénes lo construyeron, cómo lo hicieron y cuando empezó su declive.

Stonehenge es el antiguo círculo de piedras más conocido del mundo, construido aproximadamente en la misma época que la Gran Pirámide de Egipto, hace 4.500 años. Es un poderoso monumento conmemorativo. Impresiona (aunque el turista tenga que verlo en la distancia). Algunas cuestiones están más o menos claras, pero hay una que sigue siendo motivo de discusión entre los científicos: ¿para qué se erigió?

¿Para qué se levantó Stonehenge?

Una teoría sugiere que sirvió de calendario celeste, ya que los huecos de su anillo exterior de piedra están perfectamente alineados con los solsticios de verano e invierno. Otra plantea que se trató de un mausoleo y otra habla de un sitio de curación.

Ahora un estudio ha analizado las características sonoras del monumento, lo que puede dar pistas sobre su finalidad. De ello se ha encargado Trevor Cox, profesor e investigador de acústica de la Universidad de Salford (Inglaterra). Claro que para ello no ha visitado Stonehenge sino que se ha valido de una réplica en miniatura.

Una réplica a escala 1:12

«Sabemos que la acústica de los lugares influye en su uso, por lo que comprender el sonido de un yacimiento prehistórico es una parte importante de la arqueología», afirma Cox en la BBC. Ha sido una década de trabajo en la que ha aplicado una técnica acústica llamada modelización acústica a escala.

De ese modo, el investigador ha descubierto que en su día el monumento de piedra actuó como una gigantesca cámara de eco. Por un lado, amplificaba los sonidos que se producían dentro del círculo para los que estaban dentro y por otro, protegia del ruido a los que estaban fuera.

Con todas las piedras que tuvo

Lo ha hecho como una réplica de Stonehenge a escala 1:12. No se trató de una copia a escala de cómo es hoy el monumento, con muchas piedras que faltan o están echadas por el suelo, sino de cómo se cree que estaba en su origen.

Mediante técnicas de impresión 3D y moldeado se crearon 157 piedras. Tardaron seis meses. Las piedras se pintaron de gris y se colocaron en la correcta distribución según el modelo informático.

Dentro de una cámara anecoica

Para conocer su sonido, Cox y su equipo situaron la miniatura dentro de una cámara anecoica, una sala que absorbe prácticamente todo el sonido gracias a la espuma geométrica que cubre todas las superficies excepto el suelo. Luego colocaron altavoces alrededor de las piedras y reprodujeron las distintas frecuencias que les interesaba medir. Los micrófonos de la sala recogían datos sobre cómo afectaban las piedras al sonido.

Mediante procesamiento matemático, el investigador pudo crear un modelo informático que simulaba las propiedades acústicas de Stonehenge y pudo distorsionar voces o música para hacerse una idea de cómo sonarían dentro del círculo.

Los resultados sorprendieron a Cox. Aunque Stonehenge no tiene techo ni suelo, el sonido rebotaba entre los agujeros de las piedras y permanecía dentro del espacio. Esta persistencia del sonido es lo que en acústica se conoce como reverberación. «Sabemos que la música se realza con la reverberación, así que imaginamos que si la música se reprodujera, sonaría con más fuerza y garra dentro del círculo», explica el experto en acústica en la BBC.

Un ritual sólo para unos pocos

La música y la voz. Según esta investigación, en un entorno natural y abierto como la colina sobre la que está construido Stonehenge, un orador que hablara a espaldas del oyente sólo sería entendido por un tercio. Los reflejos de las piedras amplificarían la voz en cuatro decibelios, elevando el número de frases comprensibles al 100%.

Esto se traduce en que las personas que estuvieran dentro del círculo de piedras podrían sentirse bastante bien, mientras que las del exterior no se habrían enterado de nada. De ese modo quedarían excluidas de la ceremonia en cuestión.

El hallazgo de Cox ha llevado a algunos a preguntarse si Stonehenge se construyó en realidad como lugar ritual para unos pocos, para un pequeño grupo de élite.

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