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Un estudio demuestra que la estimulación cerebral profunda ayuda a reducir los síntomas de la depresión mayor resistente

La investigación del Hospital de Santa Creu i Sant Pau ha demostrado mejoras en la mitad de los enfermos tratados

Imagen de una resonancia del cerebro.

Desvelan la relación entre la edad biológica y el envejecimiento cerebralHospital del Mar

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La estimulación cerebral profunda puede ofrecer beneficios significativos y que perduran para tratar la depresión mayor resistente. Así lo ha revelado un estudio del Instituto de Investigacióndel Hospital de la Santa Creu i Sant Pau – IIB Sant Pau que ha analizado datos de dieciséis pacientes que se sometieron a este procedimiento durante un periodo de hasta 11 años, desde enero del 2008 hasta junio del 2019. Los resultados han indicado que el 75% de los enfermos respondieron al tratamiento y que los síntomas se redujeron en el 50% de los casos. Todo abre la puerta a usar esta intervención quirúrgica como alternativa eficaz para las personas que sufren las formas más graves de la enfermedad y que han dejado de responder a los tratamientos convencionales.

La depresión es una patología que está entre las principales causas médicas de discapacidad. Se estima que puede afectar a casi 300 millones de personas en todo el mundo. Los tratamientos convencionales dan buenos resultados en general, pero se calcula que entre un 15% y un 20% de los enfermos no responden de manera adecuada y muestran una evolución más tórpida que tiende a la cronicidad.

Estas formas de depresión resistente presentan un riesgo mucho más elevado de discapacidad funcional y tienen tasas más elevadas de complicaciones e incluso de mortalidad.

Según el doctor Javier de Diego, investigadores del grupo de Recerca de Salut Mental en el IIB Sant Pau hay un pequeño subgrupo de pacientes más graves que no toleran o dejan de responder a las estrategias convencionales, presentando recurrencias y frecuentes hospitalizaciones, o bien un curso crónico persistente. En estos casos, ha apuntado al especialista, «la estimulación cerebral profunda puede ser una alternativa muy esperanzadora».

Esta técnica consiste al implantar unos electrodos ultrafinos en el cerebro en que van conectados a unos pequeños cables que van por debajo de la piel y llegan hasta un neuroestimulador -parecido a un marcapasos- y que normalmente se aloja en la región pectoral o abdominal. Este aparato genera unos impulsos eléctricos, los parámetros del cual pueden ser modificados mediante un mando externo hasta observar la respuesta deseada.

El estudio del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau – IIB Sant Pau se ha publicado la revista 'The Journal of Clinical Psychiatry' y es el seguimiento más largo de pacientes llevado a cabo nunca en Europa para estudiar la eficacia de este procedimiento. A lo largo del proceso se recopilaron datos demográficos, clínicos y del funcionamiento general antes de la cirugía y durante el seguimiento.

Uno de los aspectos más destacados, según indica el doctor Javier de Diego, es que los pacientes mostraron mejoras clínicas sostenidas después de la intervención. Los resultados muestran una disminución significativa de los síntomas depresivos a lo largo del tiempo. Hasta un 75% de ellos respondieron al tratamiento y un 50% pudieron alcanzar finalmente la remisión, es decir, una reducción de los síntomas por debajo del umbral considerado patológico, aunque no todo el mundo podía conseguir una recuperación funcional completa.

«La disminución de la frecuencia de las recurrencias depresivas o la atenuación de la intensidad de los síntomas ya son hitos muy relevantes para estas personas», ha apuntado a la doctora Dolors Puigdemont, otra de los investigadoras del grupo de Recerca de Salut Mental en el IIB Sant Pau. De hecho, ha detallado que el 40% de los pacientes intervenidos alcanzaron niveles de recuperación funcional satisfactorios y en algunos casos van pueden volver a disfrutar de su tiempo de ocio o de su vida social y familiar.

Ha dicho, también que los efectos no son inmediatos, pero acostumbran a ser percibidos a lo largo de los primeros meses. En concreto el 55% de los pacientes alcanzaron la remisión en una media de 139 días después de la intervención quirúrgica, explican a los expertos de Sant Pau. «Uno de los retos actuales consiste a identificar predictores clínicos y neurobiológicos de respuesta por poder anticipar cuáles son los casos de depresión que más se podrían beneficiar y determinar de forma más precoz y precisa los parámetros de estimulación cerebral profunda más adecuados», han asegurado.

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