La acumulación de grasa en las arterias está implicada en alteraciones cerebrales típicas del Alzhéimer

La acumulación de grasa en las arterias y sus factores asociados, además de ser las principales causas de enfermedad cardiovascular, también están implicados en alteraciones cerebrales típicas de la enfermedad de Alzheimer, según un estudio publicado en 'The Lancet Healthy Longevity', que muestra que las personas de mediana edad con un riesgo cardiovascular elevado de forma sostenida durante cinco años experimentan una mayor disminución del metabolismo cerebral mesurado a través de técnicas de imagen avanzadas.

Se trata de un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), donde participa el Barcelonaßeta Brain Research Center (BBRC) de la Fundación Pasqual Maragall. Las enfermedades cardiovasculares y la demencia coexisten a menudo en etapas avanzadas, pero hay pocos estudios longitudinales en personas de mediana edad, 50 años, que hayan evaluado la interacción entre la aterosclerosis (acumulación de grasa en las arterias) y los factores de riesgo sobre la salud del cerebro.

Ahora, una investigación ofrece nuevos datos sobre esta relación y confirma la relevancia de controlar los factores de riesgo cardiovascular tradicionales, como hipertensión, colesterol, diabetes, tabaquismo o sedentarismo, no sólo para cuidar de la salud cardiovascular, sino también para prevenir enfermedades como el Alzhéimer.

La información abre la posibilidad de intervenir sobre un trastorno modificable, como las enfermedades cardiovasculares, para prevenir el desarrollo de las demencias, para las cuales no hay tratamiento para muchos pacientes. El estudio demuestra que cuanto antes se empiecen a controlar los factores de riesgo cardiovascular, mejor para el cerebro.

Los investigadores han concluido que la progresión de la aterosclerosis subclínica en las carótidas durante 5 años se relaciona con una disminución del metabolismo en regiones cerebrales vulnerables a la enfermedad de Alzheimer, de manera aditiva a efectos de los propios factores de riesgo cardiovascular. Además, han constatado que el cribado de la arteria carótida tiene un gran potencial para identificar a las personas vulnerables de sufrir alteraciones cerebrales y deterioro cognitivo en el futuro.