Diari Més
Juan Bautista Cubells

Cirujano cardiovascular

Medicina

«Ayudo a que la gente viva sin sufrir y de forma digna»

El especialista tarraconense ha recibido entre otros reconocimientos el Premio internacional de Cirugía Cardiovascular

El doctor Cubells, en Tarragona, con el premio a la excelencia médica.

«Ayudo a que la gente viva sin sufrir y de forma digna»Gerard Martí

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De pequeño quería ser piloto de aviación, pero Joan Bautista Cubells acabó escogiendo una profesión que lo ha acabado apasionando. Ha ejercido en los Estados Unidos y también en Londres y en Cataluña. Entre otros reconocimientos, este tarraconense ha recibido el Premio Nacional de Cirugía Cardiovascular (2021) o el Premio Europeo al Mejor Cirujano cardiovascular (2021).

—Qué cualidades definen a un especialista como Usted, para ser considerado uno de los mejores cirujanos?

—Hay cuatro términos aceptados y reconocidos que definen la manera de trabajar. Tienes que ser claro, conciso, concreto y contundente. Claro, porque siempre se tiene que decirla verdad. Conciso, porque no te tienes que extender en la explicación. Concreto, porque tiene que quedar claro el que estás diciendo, y contundente, para que nunca puedan llegar a discutir tu decisión.

—Qué lo hizo escoger esta especialidad?

—Mi padre era pediatra. Un gran pediatra, que llegó a ser director de Sant Joan de Déu, en Barcelona. Cuando se casó y llegó el primer crío, decidió que también tenía que ser pediatra. Pero a mí los niños me dan miedo. Así que me marché a Londres para convertirme encirujano cardiovascular. El corazón y todo lo que lo rodea siempre me han gustado mucho y, en cambio, la medicina de microscopio y fonendoscopio, no. Necesitaba hacer alguna cosa que me estimulara e, incluso, fuera un poco arriesgada.

—Usted trabaja directamente con el órgano vital. ¿Cómo es, tener un corazónen las manos?

—El corazón es un músculo que se mueve de forma automática, y que representa la vida. Si se detiene, se para la vida. Mi filosofía es ayudar a que la gente pueda vivir sin sufrir y de forma digna.

—Parece un trabajo apasionante, pero también cargado de presión. Imagino que con los años de profesión ha aprendido a gestionarla.

—Sí, con los años te acostumbras y acabas dominando la situación. Pero también es verdad que, a veces, el golpe es tan fuerte que tardas tiempo a recuperarte. Afortunadamente, ya hace muchos años que no he vivido una situación como esta. Pero tengo muy presente el último enfermo que se me fue de las manos. Era un niño de cuatro años con una malformación cardiaca irreversible. En aquella época no se hacían trasplantes de corazón...

—De qué manera ha evolucionado, la cirugía cardiovascular, desde que empezó?

—ha pasado mucho tiempo... ¡47 años! Cuando empecé, las intervenciones duraban una media de seis horas. Hoy estamos en una hora y media. Y la estancia posterior al hospital era de entre 10 y 15 días, mientras que ahora no llega a dos días.

—Recuerda su primer trasplante?

—Sí, fue el año 1985 en el Hospital de Sant Pau, con el doctor Josep Maria Caralps.

—En qué punto estamos, con respecto a los avances en su campo?

—Estamos más cerca de lo que la gente se piensa de poder hacer trasplantes de órganos que no sean humanos. Varios grupos de investigación están trabajando con corso de animales que tienen una estructura cardiaca muy parecida a la humana. Es el caso del cerdo y de la codorniz. El de codorniz, sería útil sólo para los niños.

—Además de ejercer como cirujano, Usted también es profesor. ¿Qué cree que es lo más importante que tiene que saber, un futuro cirujano cardiovascular, aparte de los conocimientos técnicos?

—Cuandolos estudiantes salen de la universidad, tienen un título que les dice que son médicos, pero es con el tiempo que se aprende a controlar la situación. Lo más importante es saber que tú tienes el control sobre el enfermo que está en la mesa, nunca en la inversa.

—Cuáles han sido sus grandes maestros?

—La persona que me ha enseñado a ser quien soy y a comportarme como lo hago es el profesor Valentí Fuster. Y también he tenido grandes jefes, como los doctores Marc Murtra y Josep Maria Caralps.

—A la hora de los agradecimientos, siempre menciona a la madre.

—Sí. Sin ella, su apoyoy su saber hacer, nunca habría llegado donde estoy. Es una mujer que siempre ha tenido la cabezamuy bien puesta. Pero, además, también quiero destacar a mi mujer y mis hijos. Es difícil convivir con alguien que hace un trabajo como la mía, he tenido la suerte de tener una mujer que tiene muy claro dónde está y como me quiere.

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